Mis abuelos, saba Shmuel Rubin y safta Adela Frucht.
Ofer Laszewicki Rubin
27/01/2017
Hoy, 27 de enero, es el día en que el mundo recuerda a las víctimas del holocausto nazi, que exterminó a 6 millones de judíos y millones de seres humanos de otras minorías, como homosexuales, discapacitados, negros o gitanos.
Personalmente, reivindicarme como judío representa, en primer y más importante lugar, recordar aquellos horrendos números grabados en tinta negra sobre la arrugada piel de mis abuelos, safta Adela y saba Shmuel. Mis abuelos, como tantas otras familias víctimas de la shoá, perdieron a todos los suyos en la maquinaria de exterminio del nazismo. Fueron deshumanizados, humillados, tratados como ganado. Aun así, fueron valientes y resistentes, lograron sobrevivir, casarse, y empezar una nueva vida en Haifa, Israel.
En nuestro hogar, la shoá siempre fue un tema delicado y tabú: mi madre y mi tío vivieron en sus carnes el trauma eterno, que acompañó sobretodo a mi abuela durante toda su vida. Todavía tiemblo al pensar en sus terribles vivencias de juventud. Un día, cuando esté preparado, exploraré e investigaré sus historias. Siento que es mi deber, porqué a ellos debemos nuestra existencia.
Como judío y ser humano, la lección que aprendí es que toda persona, sin importar su raza, religión o sexualidad, debe poder vivir libre, sin tener que huir de sus tierras ancestrales víctimas de la guerra o la persecución. Lamentablemente, el mundo en que vivimos no ha aprendido las lecciones del pasado, y millones de seres humanos siguen siendo víctimas de la desigualdad, el estúpido racismo y, en los peores casos, la aniquilación en masa.
Por eso, hoy y siempre debemos tener presente la barbarie humana que representó la Shoá. Y seguirla contando para que la gente de bien, que somos muchos, no nos rindamos jamás en la lucha por la justicia y la paz.
#Weremember, saba be safta. Porqué solo muere quien cae en el olvido…
PEACE.