Evyatar: tierra ilegal

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Los colonos del sur de Nablús aceptan su salida voluntaria tras varios episodios de violencia árabe-judía, pero confían en regresar de nuevo. Bennet y el ministro de defensa, Benny Gantz, avanzaron un acuerdo que estipula que abandonarán sus casas, pero no serán demolidas

OFER LASZEWICKITEL AVIV

Para los fundadores de Eviatar, una nueva colonia judía en Cisjordania considerada ilegal incluso por la ley israelí, la orden de desalojo (parcial) que entró en vigor este viernes fue concebida como una victoria agridulce.

Federico Pipman, que vive en la zona y está conectado a la “juventud de las colinas” –como se conoce a los jóvenes extremistas que fundan nuevas comunidades-, contó a LA RAZÓN que desde las decisiones eminentemente pro israelíes del ex presidente norteamericano Donald Trump, “el movimiento de los colonos redobló la presión para seguir expandiéndose”. Constantemente brotan nuevas avanzadillas ilegales –se cuentan unas 130 en Cisjordania-, y ahora aprovecharon el desconcierto en el traspaso de poder en Israel para impulsar “bajo el radar” Eviatar, al sur de Nablus. El asesinato del joven judío Yehuda Guetta en mayo, abatido por un pistolero palestino, fue la coartada simbólica para impulsar nuevamente su desarrollo. Ya lo habían intentado en el pasado tres veces, y ha sido nombrado en honor a Evyatar Borowski, otro judío muerto a puñaladas por un palestino en 2013.

El primer ministro israelí, Naftali Bennet –que lideró el “lobby” de los colonos-, quería evitar una evacuación forzosa, con la juventud del sionismo religioso enfrentándose a las fuerzas de seguridad. Como de costumbre, los colonos apostaron por consolidar hechos sobre el terreno: 53 familias se mudaron a la colina, y con material de obra pesado levantaron casas e infraestructuras en tiempo record. Pese a la ilegalidad del proyecto, contaron con la protección del ejército israelí, y habitualmente reciben fondos desviados de ministerios públicos para financiar las obras.

En un dictamen sin precedentes en los últimos tiempos, Bennet y el ministro de defensa, Benny Gantz, avanzaron un acuerdo que estipula que los colonos abandonarán sus casas, pero no serán demolidas. Por ahora, se mantendrá una presencia militar permanente, mientras las autoridades evalúan si se puede declarar la zona como “tierras del estado”, lo que supondría su probable legalización de facto. De ocurrir, primero se establecerá una yeshivá (escuela religiosa).

“Lo que siente una pareja joven que construye su casa desde cero es que cumple con la profecía de la Torá, de reunirnos y construir la tierra de Israel. Es un precepto que ya viene de los tiempos de los pioneros, que no eran religiosos”, explicó Pipman, refiriéndose a los nuevos poblados fundados mayormente por sionistas laicos durante la Palestina británica.

“Lo hacen desde un impulso religioso, aunque algunos lo vean político”, reconoce. Cuando construyen las primeras tiendas y estructuras, son conscientes del riesgo de demolición. “Los desalojos son frustrantes, pero hay una ley que se debe respetar, como si fuera la Torá. Nosotros creemos que la tierra es nuestra, pero vivimos en un gobierno democrático. Defiendo la soberanía judía absoluta, y la sensación de que te expulsen no es agradable”, añadió Pipman.

Los lugareños palestinos de Beita, Qabalan y Yatma no comparten sus proclamas. Alegan que Eviatar se ha erigido sobre tierras privadas que les pertenecen. Desde Beita, llevan semanas protestando intensamente la toma de la colina ubicada frente a su pueblo. En la madrugada del viernes, se repitieron los enfrentamientos con tropas israelíes, que respondieron con balas de goma y gases lacrimógenos a los lanzamientos de piedras y cócteles molotov. Los palestinos impulsaron grupos de “confusión nocturna”: queman neumáticos, lanzan fuegos artificiales y apuntan con rayos láser hacia sus nuevos vecinos. Cuatro manifestantes murieron por fuego real del Ejército, y se cuentan al menos cincuenta heridos de bala. Según el fotoperiodista israelí Oren Ziv, presente en los sucesivos disturbios, “estas manifestaciones son mucho más masivas, frecuentes e intensas” que en otras localidades de Cisjordania que protestan contra la ocupación israelí.

Son conscientes que gracias a la “Ley de Regulación” pasada en la Knesset en 2017, Israel puede regularizar colonias levantadas sobre tierras privadas ajenas. Ante ello, muestran resiliencia: “no renunciaremos a nuestra tierra. Los colonos no entendieron con quién están lidiando”, exclamó un joven palestino bajo anonimato. Y consideró: “Sin la ayuda del Ejército, no hubieran aguantado un solo día. Los hubiéramos expulsado”. Destacan que toda la comunidad local está involucrada en las protestas, y cada noche se celebran procesiones con antorchas en dirección a la nueva colonia. “Las marchas nocturnas les molestan”, defienden. Los neumáticos ardiendo generan densos nubarrones de humo irrespirable.

Pipman defiende otra perspectiva. “Exigen al mundo compensaciones económicas o mostrarse como los pobrecitos de la película, pero los asentamientos dan trabajo y servicios para todos los árabes de la zona”, dijo refiriéndose a un complejo industrial que emplea a árabes y judíos. También destacó que son los propios palestinos quienes construyen las viviendas en las colonias.

“Nosotros queremos vivir aquí. Los necesitamos a ellos para trabajar, y ellos a nosotros, porque su economía es débil. Podría ser un win-win”, consideró.

Los colonos de Eviatar alegan que su presencia evitará la contigüidad de las aldeas palestinas vecinas, y conectará las colonias de Tapuaj y Migdalim. El Ejército israelí, por “motivos de seguridad”, bloqueó durante décadas el acceso de los palestinos a sus tierras. Al estar tanto tiempo sin cultivarse, todo está de cara para que sean catalogadas como tierras estatales. Desde la Casa Blanca alertaron: “Hay que evitar pasos unilaterales que fomenten la tensión y lastimen los esfuerzos para una solución de dos estados negociada. Esto incluye levantar colonias que son ilegales, incluso según la ley israelí”. Desde el flanco izquierdista del “gobierno del cambio” en Israel, Meretz criticó que el acuerdo firmado con los colonos de Eviatar “viola los principios sobre los cuales se estableció la coalición”. Pero la ministra de interior Ayelet Shaked, de Yamina, lo ve como “un logro significativo” para la tierra de Israel.

Ayer, antes de abandonar el lugar, los colonos levantaron una enorme estrella de David junto al eslogan “volveremos”.

Reportaje publicado en «La Razón»:

https://www.larazon.es/internacional/20210703/dpg7c6t2ojetdagpymkz4r2kwy.html

Irán vive unas elecciones con el ultraconservador Ebrahim Rai como favorito

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De los siete candidatos que iban a presentarse a las presidenciales, solo quedaron cinco, tras la retirada de un conservador y otro reformista

OFER LASZEWICKI

TEL AVIV.CREADA.

En la jornada previa a las elecciones generales convocadas hoy en Irán, el presidente saliente Hassan Rouhani pidió una participación masiva de la ciudadanía. En su criterio, es el garante para que el líder elegido tenga la “fuerza suficiente” en el manejo de los urgentes asuntos domésticos y conflictos internacionales que afronta el régimen de los ayatolás. En la práctica, su llamado a una alta participación supone la única carta para evitar que el poder vuelva a manos del ala dura del régimen.

Dos días antes de la convocatoria electoral, en que se apunta al clérigo ultraconservador Ebrahim Raisi como claro favorito para la victoria, se produjeron dos significativas bajas en la campaña. Esencialmente, la de Mohsen Mehralizadeh, candidato de perfil reformista. También se bajó del tren el reaccionario Alireza Zakani, en un movimiento habitual en los últimos compases de campaña para favorecer al candidato mejor posicionado.

Finalmente, quedaron solamente cinco candidatos a la presidencia. La retirada de Mehralizadeh, ex gobernador provincial y ex asesor de la Organización de Energía Atómica –que dirige el programa nuclear persa-, fue un movimiento para aupar a Abdolnasser Hemmati, ex jefe del Banco Central de Irán y continuista del ala moderada que representa Rouhani. Pero según vaticinan las encuestas y analistas locales, lo tendrá difícil para batir a Ebrahim Raisi, promovido por el ayatolá Ali Khamenei, la máxima autoridad espiritual del país.

Más de 200 parlamentarios, en una cámara dominada por los conservadores, urgieron al resto de candidatos del ala dura a que se retiraran para asegurar el triunfo de Raisi. Pero no logró convencer a todos: el “halcón” Mohsen Rezai aprovechó las últimas horas de campaña –el jueves ya estaba prohibida- para prometer viviendas baratas a los pobres o una paga universal de 20 dólares para toda la ciudadanía.

Por su parte, el moderado Hemmati buscó reforzar su candidatura anunciando que Javad Zariff, actual ministro de exteriores, formará parte de su ejecutivo en una eventual victoria. El que fue arquitecto del pacto nuclear con las grandes potencias, del que Donald Trump se retiró pero que Joe Biden especula con retomar, repetiría en el cargo o sería nombrado vicepresidente.

La apuesta por la vía diplomática es la baza electoral que esgrime Hemmati. En su cuenta de twitter, ensalzó el rol de Zariff en la cancillería: “mi administración buscará la retirada de las sanciones y el uso de la política internacional para favorecer el progreso interno”. Y prosiguió: “el desarrollo económico es imposible sin un sólido apoyo diplomático externo”.

En Irán, existen a día de hoy tres corrientes principales: la del ala dura que busca expandir el programa nuclear hasta lograr la bomba atómica e incrementar la confrontación con Occidente e Israel; moderados que apuestan por postergar un complicado estatus quo; o los reformistas, que aspiran a transformar la teocracia iraní desde dentro del sistema.

La urgencia de reparar una economía en quiebra por los estragos de la pandemia de la covid-19 forzó a Teherán a intentar reavivar el pacto nuclear, así como la retirada de las sanciones económicas impuestas por la administración Trump. El presidente saliente Rouhani, que culminó ochos años al frente del país –el tope permitido-, apostó en los últimos tiempos por la vía conciliadora. Pero una victoria ultraconservadora podría suponer un giro radical en la crucial agenda exterior.

La palabra final siempre la tiene el ayatolá Khamanei. Fue quien relevó a Ruhollah Khomeini tras su muerte en 1989, impulsor de la revolución islámica que tumbó al Sha en 1979. Pese a que el líder espiritual tiene la máxima autoridad, los presidentes gozan de amplio margen de maniobra en asuntos internos e internacionales.

El ex presidente reformista Khatami acusó al ala dura del régimen de promover la retirada de candidatos para favorecer al ultraconservador Raisi. En un video publicado en sus redes sociales, aspiró a que “la gente haga un esfuerzo y vote para frenar este plan, promovido por una facción política para alcanzar el poder a toda costa”.

Las únicas aspiraciones reformistas pasan por revertir el síntoma de desmovilización extendido. El artesano Abdol-Rasul Nabat, de la histórica ciudad de Isfahán, contó a Al Jazeera que “solo voté una vez, y constaté que todas sus promesas son mentiras. ¿Para qué sirve votar? Veo que los precios se multiplican, mientras yo no gano nada”.

Conscientes de que el voto femenino puede decantar la balanza, los candidatos intentaron pescar entre este electorado. Pero para la analista Setareh Sadeqi, “no saben ni cómo hablar sobre los asuntos que nos afectan a las mujeres y nuestros derechos”. Según cuenta, ningún aspirante apuesta verdaderamente por avanzar nombramientos femeninos en altos rangos diplomáticos o académicos, y “es algo muy desilusionante”.

Junto a ella, la estudiante Farzaneh Eshvari se mostró frustrada tras haber apostado por Rouhani en el pasado. “Todos sufrimos graves problemas financieros desde que alcanzó el poder. A la gente le preocupa poco la política exterior, lo fundamental es la economía”. Como en todos lados, a lo que aspira la gente es a “una mayor calidad de vida”.

En caso de que ningún candidato logre una clara mayoría entre los 59 millones de iraníes llamados a votar, los dos aspirantes mejor posicionados pasarían a una ronda final cara a cara el próximo 25 de junio. El ministerio de interior dio por hecho que se registrará un significativo descenso en la participación, pero matizó: “nuestra gente siempre causó grandes sorpresas, y siempre está presente”.

Crónica publicada en «La Razón»:
https://www.larazon.es/internacional/20210618/x7rctvrgvrba5mcgrkhe6w7hju.html

Primera gran prueba de fuego para el nuevo Gobierno israelí

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Enfurecidos por lo que consideran un gobierno “traidor”, colectivos ultranacionalistas judíos reprendieron la “marcha de las banderas”

OFER LASZEWICKI

TEL AVIV.CREADA./

La “Marcha de las banderas” programada para este martes era la primera gran prueba de fuego para el nuevo ejecutivo israelí. Enfurecidos por lo que consideran un gobierno “traidor” que se vendió a la izquierda y los árabes, colectivos ultranacionalistas judíos reprendieron la procesión hacia las puertas del barrio musulmán de Jerusalén. Hace poco más de un mes, en el “Día de Jerusalén”, el acto se paralizó a media tarde tras el lanzamiento de siete misiles desde Gaza hacia la ciudad santa. Supuso el inicio de la operación militar “Guardián de los Muros”, que dejó un saldo de más de 253 muertos en Gaza, y 12 en Israel.

Ante los fundados temores de que podría acarrear un nuevo estallido del conflicto –el establishment de seguridad imploró su cancelación-, el ejército israelí desplegó baterías antimisiles de la “Cúpula de Hierro” en los accesos a Jerusalén. En las comunidades fronterizas con la Franja de Gaza, se prendieron al menos 20 incendios por lanzamientos de artefactos incendiarios.

Los palestinos jerosolimitanos protestaron por su convocatoria, ya que conlleva órdenes policiales de desalojar el área de la Puerta de Damasco y el cierre de negocios ubicados en el trayecto del recorrido. Ayer, 2.000 policías fuertemente armados custodiaron a los más de 2.000 jóvenes judíos, que transitaron las callejuelas de la ciudadela hasta llegar al Muro de las Lamentaciones. Finalmente, su entrada fue por la puerta de Yaffo, en la parte occidental de la disputada urbe.

La patata caliente para el tándem formado por Naftali Bennet y Yair Lapid llegó prematuramente. Apenas dos días después de hacerse historia por la entrada de una facción árabe a la coalición, el líder del islamista Ra’am, Mansour Abbas, consideró que la marcha “es una provocación exagerada, un intento de incendiar la región por intereses políticos”. Y prosiguió: “no hay duda de que su objetivo es retar al nuevo gobierno y desgastarlo con eventos explosivos, que supondrán una escalada que costará vidas humanas, como ocurrió el mes pasado”.

Apenas minutos después del inicio de la marcha, 27 palestinos resultaron heridos en choques con la policía israelí. Dos de ellos, heridos con balas de goma, fueron hospitalizados.

Como era previsible, la ira de la juventud del sionismo religioso se enfocó en Naftali Bennet. El líder de Yamina, que en el pasado lideró el consejo Yesha –que agrupa las colonias judías de Cisjordania-, renunció a apoyar un gobierno netamente derechista bajo mando de Netanyahu. “Bennet el mentiroso”, le increparon en los eslóganes, recriminándole su promesa incumplida de no aliarse con Lapid.

La reprogramación de la marcha reivindica la “liberación” de Jerusalén, cuando su parte oriental fue capturada por Israel en 1967. Los palestinos lo perciben como un acto provocativo, en que “colonos judíos reclaman su soberanía sobre territorio ocupado”. La mayoría de la comunidad internacional no reconoce la autoridad israelí sobre la parte oriental, y apuesta por resolver su estatus en un acuerdo negociado entre las partes.

Dos chicas jóvenes, residentes en la colonia de Itamar, exclamaron: “estamos felices, estuve en la marcha cancelada en Mayo, y nuestra presencia aquí no es solo para celebrar la unidad de Jerusalén en 1967. Es nuestro presente y nuestra ciudad, ¿porque debo temer? El señor está con nosotros”.

Entre gritos racistas contra los residentes palestinos del lugar, los concentrados se agruparon frente a la puerta de Damasco, pero una barricada policial les impidió cruzar por este sensible acceso.

Ante una enorme presencia de prensa extranjera, Ayman Odeh, líder de la Lista Árabe, consideró que “es una vergüenza ocupar a otro pueblo, no hay de lo que enorgullecerse. La decisión del gobierno de permitir a los fascistas bailar aquí no es en favor del interés colectivo. Solo un estado palestino al lado de Israel solventará el conflicto”.

Simcha Rotman, del “Sionismo Religioso”, respondió ante los reclamos de renunciar a parte de del control sobre la ciudad: “hoy, por la gracia de Dios, la bandera de Israel sigue erguida sobre toda Jerusalén. La pérdida de soberanía e intimidación duró ya demasiado, y el gobierno actual se rendirá ante quienes apoyan el terror”.

“Sionismo es el Monte del Templo”, rezaba una pancarta, reclamando el dominio israelí sobre el lugar más sagrado para el judaísmo. Conocido por los musulmanes como la Explanada de las Mezquitas, es el tercer lugar más sagrado del Islam.

Crónica publicada en «La Razón»:
https://www.larazon.es/internacional/20210615/ebmcymuh6jbillrcxnkmhbwq5m.html

Adiós a Netanyahu: el Parlamento israelí ratifica el “Gobierno del cambio

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Tras doce años consecutivos, Benjamin Netanyahu abandonará su cargo como primer ministro

OFER LASZEWICKI

TEL AVIV.CREADA./

Cuando Naftali Bennet subió al estrado de la Knesset para dar su discurso de toma de posesión como nuevo primer ministro de Israelapenas pudo pronunciar dos frases seguidas. El barullo originado desde la bancada del Likud y los partidos ultraortodoxos era ensordecedor. Incluso el portavoz saliente del parlamento, Yariv Levin, se vio obligado a advertir a sus compañeros del Likud. Varios diputados de la extrema derecha “Sionismo Religioso” fueron expulsados del hemiciclo. Con 60 votos a favor y 59 en contra, Bennet fue proclamado premier del gobierno 36 del estado judío.

Una frágil coalición
Una frágil coaliciónM. ROSELLÓ | T. NIETO

“El volumen de los gritos demuestra la pérdida de control durante vuestra etapa”, empezó Bennet. Desde la tribuna, defendió los planes de la heterogénea coalición de ocho partidos que le apoya. Primero, reconoció la sensibilidad y la urgencia del momento. “Me enorgullezco de lograr agrupar a gente de diferentes ideologías, que en este tiempo decisivo tomamos responsabilidad para parar esta locura”.

El líder de Yamina vaticinó una “nueva etapa en los vínculos con los residentes árabes de Israel. El crédito es para Netanyahu, que abrió el camino”, dijo en referencia a la entrada por primera vez en la historia de una formación árabe (Ra’am) al ejecutivo.

Luego, pasó a la cuestión central, la seguridad. “El conflicto con los palestinos persiste, nuestros enemigos amenazan la existencia del estado de Israel. Deseo que el alto el fuego se mantenga (en Gaza), pero si Hamas vuelve a la vía de la violencia, les golpearemos con brazo de hierro. Los palestinos deben tomar responsabilidad de sus actos”, apuntó. Además, priorizó la “tarea sagrada” de devolver a los dos soldados muertos y los dos civiles en vida que permanecen en manos de los islamistas.

A continuación, pasó a la carpeta exterior. “Seguiremos los acuerdos de paz con estados del golfo y entre pueblos de la región”. Y en un guiño a la Casa Blanca, quiso “agradecer al gobierno de Biden su apoyo a Israel durante la escalada bélica, y su compromiso histórico con nuestra seguridad”. Para Bennet, es fundamental recuperar el apoyo “bipartidista” en EE.UU., tras años de conflictivas relaciones entre Netanyahu y el Partido Demócrata.

Mientras proseguía el intenso runrún, Naftali Benet prometió que “promoveremos un discurso respetuoso. Esto no es un daño para nadie, sino un cambio de gobierno democrático. Trabajaremos para todo el pueblo, que nadie sienta pánico”. Y zanjó: “no somos enemigos, somos un solo pueblo. Pido al señor que me de fuerza para liderar Israel”.

A continuación, era el turno de su socio en el tándem de gobierno, Yair Lapid (Yesh Atid). Pero ante la insoportable crispación en el hemiciclo, el que está llamado a ser segundo en la rotación en el cargo de premier –ocupará el cargo en 2023-, se deshizo de sus papeles, donde escribió un discurso pro-unidad. Enojado, Lapid se limitó a afirmar: “vuestro comportamiento demuestra la urgencia que había de reemplazarlos”.

A continuación, fue el turno del nuevo líder de la oposición, Benjamín Netanyahu. En su caso, empezó a hablar entre un escrupuloso silencio. “Estoy aquí en nombre de más de un millón de votantes del Likud, y otro millón que votaron a partidos de derecha, que apostaban por un gobierno liderado por mí”. Recordando sus años como soldado en operaciones militares contra “el enemigo”, prometió que “seguiré trabajando para asegurar la seguridad, la existencia y el progreso de Israel”. Y según predijo, pronto logrará retomar el poder.

Desde la “valentía tecnológica, económica y militar”, dijo que desde el Likud “convertimos a Israel en una potencia mundial, sin rendirnos a presiones internacionales”. Luego, pasó a revisar los “logros sin precedentes”. “Millones de vacunas, que nos permitieron ser el primer país en dejar atrás el coronavirus”. También trató la estrategia frente a Irán, donde “a pesar de estar solos contra el mundo, frenamos su plan nuclear. Esto influyó a muchos países a vernos como la defensa regional frente a la agresión iraní”.

Para “Bibi”, los “Acuerdos de Abraham” marcaron un antes y un después: “dejamos atrás la doctrina de paz a cambio de territorios, por la de paz a cambio de paz”. Y repasó el legado de la era Trump, que “reconoció Jerusalén como la capital de Israel y trasladó su embajada”; o el vínculo personal con el presidente ruso Vladimir Putin, que “nos permitió que nuestra aviación operara en Siria para frenar el fortalecimiento de Irán en la zona”.

Tras la votación histórica en la Knesset, se produjeron convocatorias a favor y en contra del nuevo gobierno. Frente al Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, rabinos rodeados de cientos de jóvenes rezaron por la “tragedia” que consideran que se avecina. Por el contrario, en la plaza Rabin de Tel Aviv se desató la euforia entre miles de concentrados. Una pancarta rezaba: “el día en que la luz venció”.

Crónica publicada en «La Razón»:
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Netanyahu denuncia una conspiración para desalojarle del poder

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Los servicios secretos israelíes alertan de que la tensión política amenaza con derivar en violencia

OFER LASZEWICKI

TEL AVIV.CREADA./

«Cada minuto que Netanyahu sigue en el poder es un peligro», tituló ayer el diario progresista «Ha’aretz», refiriéndose al «premier» en funciones como «Míster Terror». Ya no es una posición que defienden exclusivamente los manifestantes de la calle Balfour, que semanalmente exigían su dimisión por las causas de corrupción que afronta. Desde todo el espectro político israelí, incluidas las facciones derechistas del «Gobierno del cambio», imploran a «Bibi» que se rinda de una vez. Incluso desde el Likud crecen las voces internas que sugieren que dé un paso a un lado.

Pero mientras el portavoz de la Knesset, Yariv Levin (Likud), sigue postergando todo lo posible la votación parlamentaria del nuevo Ejecutivo –probablemente hasta el 14 de junio–, Netanyahu redobló su ofensiva. Con una retórica aún más agresiva hacia Naftali Bennet, el líder de Yamina, llamado a ejercer inicialmente como primer ministro en el acuerdo de rotación con Yair Lapid (Yesh Atid), «Bibi» le acusó de ser un mentiroso compulsivo y de vender el país.

«El Estado profundo opera desde dentro de este Gobierno», afirmó con tono trumpista el líder del Likud. Como ya hiciera en el pasado, sugiriendo que una alianza de la Prensa, la izquierda y la judicatura pretendían derribarle, el lunes insinuó que una constelación de burócratas operan para reemplazar al líder «democráticamente elegido». Ganó los cuartos comicios con 30 escaños, pero fracasó en sumar los apoyos requeridos para gobernar (61).

Sin tapujos, consideró que el nuevo Ejecutivo es «todavía más peligroso» que la retirada israelí de Gaza en 2005 –que «a posteriori» acarreó los lanzamientos de misiles de Hamás–, o que los Acuerdos de Oslo (1993), que supusieron la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). «Ha robado los votos de la derecha y se los regaló a la izquierda», clamó refiriéndose a Bennet.

Mientras continúan las durísimas presiones y escraches sobre los integrantes de Yamina para forzar una posible deserción que podría ser decisiva, destacados rabinos del sionismo religioso escribieron una carta llamando a «hacer todo lo posible» para evitar el nuevo Gobierno. En la misiva, consideraron que la coalición transversal «supondrá un riesgo para la seguridad del país». Y añadieron: «Es inaceptable un Ejecutivo que lastimará los pilares esenciales de la relación religión-Estado, y que incluirá a simpatizantes del terrorismo o a quienes piden llevar al Ejército israelí ante el Tribunal Penal Internacional».

Tras la publicación del escrito, el jefe del servicio secreto Shin Bet, Nadav Argaman, alertó en una rueda de prensa excepcional que «se está produciendo una grave incitación y lenguaje violento en redes», propicio a desembocar en «acciones violentas ilegales y daños físicos». Ante las amenazas, se reforzó la seguridad personal de los integrantes de Yamina y más líderes del bloque del cambio.

En respuesta al llamamiento de los rabinos, el diputado izquierdista Yair Golan (Meretz) tuiteó: «hacer todo lo posible, dijo el rabino Drukman en 1995. Y entonces, Ygal Amir actuó», dijo refiriéndose al extremista que mató al «premier» Isaac Rabin.

Ante la agónica recta final de su mandato, la indisimulada estrategia de Netanyahu y sus aliados es incendiar el terreno. Para este jueves, se reprogramó la denominada «marcha de las banderas», impulsada por diputados del Sionismo Religioso y ONG de extrema derecha para recorrer el barrio musulmán en la ciudad amurallada.

El 10 de mayo, para el Día de Jerusalén, la procesión anual fue redirigida a la parte occidental de la ciudad, ante el potencial explosivo en tiempos especialmente tensos en la ciudad santa. Pero tras los reclamos del «establishment» de seguridad, que alertó que «podría incendiar la región», la Policía volvió a reubicar la marcha anunciada para este jueves. Ante ello, los organizadores optaron finalmente por desprogramarla. «Es una vergonzosa rendición ante el terror y las amenazas de Hamás», apuntó el diputado Betzalel Smotrich.

Desde Gaza, Hamás alertó de «consecuencias» en caso de repetirse la procesión nacionalista. Tras confirmarse su cancelación, los islamistas celebraron que «se ha establecido una nueva ecuación, en la que Jerusalén es una línea roja».

Por otro lado, los ochos líderes del heterogéneo bloque alternativo mantuvieron este domingo su primera reunión formal ante las cámaras. Tras ello, Naftali Bennet declaró a la Prensa: «El Gobierno del cambio no es un desastre. Es un evento natural en un Estado democrático». Y se dirigió a «Bibi», su ex aliado tornado en archienemigo: «Israel no es una monarquía, y nadie tiene el monopolio sobre el poder”.

Tensión en Jerusalén Este

En Jerusalén Este, se incrementó la tensión hoy tras el arresto de los hermanos Mohamad y Muna al Kurd en Sheikh Jarrah, y de Zuheir Rajabi en Silwan. Son las cabezas visibles de las protestas palestinas por los desalojos de decenas de familias en dichos barrios, colindantes a la ciudad vieja. Organizaciones de colonos incrementan la apropiación de inmuebles, bajo alegato que eran de propiedad judía antes de 1948.

El fiscal general, Avichai Mandelblit, declaró que no tiene intención de intervenir en la causa en marcha en la Corte Suprema, donde cuatro familias esperan el veredicto final sobre el destino de sus casas.

Crónica publicada en «La Razón»:
https://www.larazon.es/internacional/20210607/bh5g3fxqsvdprndhqyaoniuwou.html

Acuerdo in extremis para destronar a Netanyahu del Gobierno

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El ultranacionalista Bennet y el centrista Lapid se turnarán como «premier» de Israel en una heterogénea coalición de ocho partidos con apoyo árabe

OFER LASZEWICKI

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A falta de dos horas para que finalizara el mandato de Yair Lapid (Yesh Atid) para formar Gobierno, y cuando todo parecía perdido, llegó la luz verde. Tras muchas reticencias, el islamista Mansour Abas (Ra’am) firmó el documento para que Lapid pudiera informar a la presidencia de que logró su apoyo para gobernar. Instantes después, llegaron las rúbricas de Naftali Bennet (Yamina) y Gideon Sa’ar (Tikvá Hadashá). Finalmente, todo queda de cara para poner en marcha el «Gobierno del cambio», en que el tándem de rotación Lapid-Bennet podrá poner fin a trece años seguidos de Benjamin Netanyahu al frente de Israel. Pero todavía falta la ratificación definitiva del Parlamento.

«Recibí los apoyos para formar coalición. Será un Ejecutivo de rotación con Naftali Bennet, en que él servirá en primer lugar como primer ministro», informó por teléfono un sonriente, pero agotado Lapid junto a su socio. Al otro lado de la línea, el presidente saliente, Reuven Rivlin, le daba el visto bueno. «Lo compondremos los grupos parlamentarios de Yesh Atid, Yamina, Azul y Blanco, Ra’am, Tikvá Hadashá, Meretz y Avodá», zanjó el líder centrista. Ante una enorme expectación Abas despejó las dudas: «Dijimos que no estábamos interesados en unas quintas elecciones».

Mientras Bennet ejercerá de «premier», Lapid será nombrado ministro de Exteriores y primer ministro alterno. Otros cargos destacados son Benny Gantz(Azul y Blanco), que mantiene la cartera de Defensa; o Avigdor Liberman (Israel Beitenu), que recibe el ministerio de Finanzas. Los izquierdistas Meretz y los laboristas estarán al frente de Transporte, Sanidad, Seguridad Interna (policía), Medioambiente, o Cooperación Regional.

La ratificación final podría producirse dentro de doce días en el pleno de la Knesset. La preocupación, hasta entonces, son las durísimas presiones que afrontarán los integrantes derechistas de la coalición. En esta fase, la pérdida de un solo voto podría ser decisiva. Desde Yamina, surgían especulaciones sobre posibles deserciones internas. El Canal 12 reportó que el parlamentario Nir Orbach consideraba oponerse a la coalición alternativa. Entre el sionismo religioso, los grupos de WhatsApp ardían ante «la decisión de Yamina de aliarse con la izquierda».

Por la noche, varios analistas especularon sobre las dificultades que afrontará el Gobierno naciente para operar al unísono. Entre las centrales, la relación religión-Estado: la entrada de liberales y progresistas al Gobierno podría poner en peligro el monopolio ortodoxo en cuestiones religiosas. Tras años ejerciendo de soporte fundamental para los Gobiernos de «Bibi», las facciones ultraortodoxas volverán a oposición.

Por otra parte, Bennet se coronará como el primer líder israelí que viste kipá (gorro tradicionalista judío), y las facciones izquierdistas lo tendrán complicado para contrarrestar a un Ejecutivo mayoritariamente derechista. Entre las cláusulas del acuerdo definitivo, se acordó poner en marcha un ente para preservar la zona C en Cisjordania –bajo control civil y militar israelí–, donde están concentrada la mayoría de colonias judías. La prueba de fuego vendrán a la hora de aprobar presupuestos, mantener una política exterior coherente y consensuada, o cómo afrontar una reanudación de la violencia en el conflicto con los palestinos.

Las negociaciones «in extremis» entre los líderes del heterogéneo bloque del cambio se prolongaron hasta último minuto antes de la medianoche. Los reporteros políticos estaban exhaustos. Las diferencias centrales giraron en torno a exigencias maximalistas de la facción árabe, que colisionaron con los elementos más derechistas de la coalición que se intentaba conformar.

«Debemos aportar servicios sociales e infraestructuras a nuestros poblados», reclamó el islamista Abas en la sede donde se concentraron los equipos negociadores. Consciente de que no lograr suficiente influencia gubernamental podría liquidar su carrera política, Abas exigió aprobar una ley para congelar la demolición de viviendas sin permisos en el sector árabe, legalizar aldeas beduinas no reconocidas al sur del país, revisar la ley «Estado-nación» –que consideran discriminatoria contra los árabes–, o mayores esfuerzos para desmantelar a las bandas criminales.

Desde el conservador Tikva Jadasha, replicaban que eran «demandas imposibles, a los que no accederemos bajo ninguna circunstancia». Pero finalmente, Ra’am logró que el «bloque del cambio» acepte pasar 53.000 millones de shekel (unos 13.000 millones de euros) en presupuestos públicos para desarrollar infraestructuras en la sociedad árabe. Además, según los islamistas de Abas, se logró el reconocimiento oficial de tres poblados en el desierto del Negev.

Elecciones en Israel
Elecciones en IsraelT. NIETO

Otro de los frentes abiertos era el control de la comisión de nombramiento de jueces. Pero finalmente, Ayelet Shaked (Yamina) aceptó rotar en el cargo con la líder laborista, Merav Michaeli. Es un puesto fundamental, responsable de futuros nombramientos como el fiscal general o el asesor letrado del Gobierno.

Indignación entre los simpatizantes del Likud

Al anochecer, llegaron partidarios del Likud y del bloque del cambio al lugar donde se negociaba la coalición del cambio. De inmediato, la Policía se dispuso a separar ambas concentraciones. La chispa podía prender con facilidad. Desde las filas pro-“Bibi” exhortaban: “El bloque nacionalista debe despertar. Os están robando vuestros votos”. Y gritaron clásicos eslóganes amenazadores: “¡marcharos a Gaza, traidores izquierdistas hijos de (Yaser) Arafat!”.

Pese al anuncio oficial, los likudniks rehuían aceptar que el acuerdo se pondrá en marcha. Todo indica que Lapid intentará avanzar la votación parlamentaria a la próxima semana para prevenir posibles giros de guión.

Crónica publicada en «La Razón»:
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Lapid cede a Bennett la jefatura de gobierno para destronar a Netanyahu

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El líder centrista y el conservador religioso buscan armar la heterogénea coalición que apartará a “Bibi” del poder

OFER LASZEWICKI

TEL AVIV.CREADA.

El líder centrista israelí Yair Lapid todavía no lanza las campanas al vuelo. Desde que accedió a la Knesset en 2012 aprovechando su popularidad como presentador televisivo para fundar Yesh Atid, ha sido testigo directo de las recurrentes maniobras políticas de Benjamín Netanyahu para retener el cargo.

Tras la reunión de este lunes con su grupo parlamentario, Lapid alertó que él y su nuevo socio Naftali Bennett (Yamina) están afrontando duras presiones para torpedear el “gobierno del cambio”. El miércoles se termina el plazo para materializar el acuerdo, y en los últimos compases pueden ocurrir imprevistos. “Se ha reforzado nuestra seguridad personal, estamos recibiendo amenazas de muerte”, informó el líder centrista. Tras achacar la profunda división interna del país a la incitación promovida por “Bibi”, alegó que su último discurso “demuestra que es una persona peligrosa que perdió los papeles. Próximamente, el estado de Israel empezará una nueva era”.

Instantes después de que Bennett oficializara su apuesta por la coalición alternativa, Netanyahu exclamó que “huye a un gobierno izquierdista, que pondrá en peligro la seguridad y el futuro del país”. Hoy “Bibi” fue más allá, al afirmar que el ejecutivo que se está gestando tiene “la misma legitimidad que el recién elegido presidente sirio, Bashar al-Assad”. El Likud ganó con holgura los comicios de marzo -30 de 120 diputados-, pero por cuarta vez no logró recabar los 61 apoyos para gobernar.

A pesar del indisimulado optimismo que se respira entre quienes votaron a los partidos del cambio, Lapid mantiene la prudencia: “Tengo por delante unas 50 horas, aunque sí puedo lo cerraré antes”. Respecto a las pugnas ideológicas del heterogéneo bloque alternativo, alertó que “es una negociación compleja entre siete partidos, que puede explotar en cualquier momento”.

Pero el también derechista Gideon Sa’ar (Tikvá Jadashá), que rechazó una oferta de rotación in extremis con Netanyahu y reafirmó su compromiso para reemplazarlo, se mostró convencido de que “el ejecutivo de cambio se levantará, haremos lo imposible para que ocurra”. En su criterio, “la incitación que vivimos no tiene nada que ver con la ideología, sino con el pánico de perder el poder”, dijo refiriéndose al Likud, su ex partido. Los simpatizantes de Netanyahu llevan semanas increpando a los “traidores izquierdistas” Bennett, Sa’ar o Avigdor Liberman (Israel Beitenu), a pesar de sus conocidos postulados nacionalistas y conservadores.

“Lo del gobierno de la izquierda es una mentira más. Tendrá una formación transversal, pero la mayoría de sus integrantes son de centro o derecha”, precisó Sa’ar. Y agregó: “Es importante recordar que los adversarios políticos, también de izquierdas, no son enemigos. Representan a ciudadanos que sirven en el ejército y que aman al país”.

Sobre los esfuerzos de última hora para garantizar el apoyo externo de la Lista Unificada árabe –ya se aseguró el voto favorable del islamista Ra’am-, Yair Lapid precisó que “hablamos con todas las fuerzas, aunque no formen parte de la coalición. Ellos representan a parte del público”.

En los intensos contactos no solo hay discrepancias ideológicas. En el sprint final, cada parte intenta maximizar logros. De entre las disputas, hoy destacó el rifirrafe entre Liberman y Benny Gantz (Azul y Blanco), para afianzarse al frente del ministerio de agricultura. “Todos aprietan para favorecer su interés, es parte de toda negociación”, aclaró Lapid.

Para el analista Haviv Rettiv Gur, de Times of Israella coalición que se está gestando no podría haber nacido en otro contexto político. “Nada podría haber unido a la derecha dura de Yamina con el progresista Meretz; o al halcón Sa’ar con el islamista Mansour Abbas (Ra’am), excepto el deseo compartido de poner fin al largo mandato de Netanyahu”. Y se preguntó: “¿podrá esta coalición con tantas diferencias sobrevivir a un voto de confianza, pasar un presupuesto, mantener una política exterior coherente o librar una guerra?”. El autor considera que pese a que Bennett ocupará primero el cargo de premier, “Lapid liderará el gobierno, así como hizo durante las negociaciones”.

Entre el sionismo religioso, se está viviendo una inédita paradoja. Mientras Bennett podría auparse como el primer líder de Israel que viste kipá–pequeño gorro que llevan los tradicionalistas judíos-, una amplia parte de sus bases protestan que su voto “fue robado” por su apuesta de asociarse con Lapid. Ante la frustración, el líder de Yamina insiste en que “no haré cesiones sobre Jerusalén o la integridad territorial de Israel”.

Sus apuntes difieren de las consideraciones que hoy emitió Issawi Frej (Meretz), quien se postula para el ministerio de cooperación regional: “La cuestión palestina debe estar sobre la mesa. No se puede avanzar ningún proceso en la zona sin ocuparnos de ello”. La prueba de fuego será cuando estalle de nuevo la tensión en Jerusalén o en el frente de Gaza, o comprobar cómo se harán equilibrios para lidiar con las presiones del flanco derechista de la nueva coalición para avanzar medidas pro-asentamientos judíos en Cisjordania. Según reportó la prensa local, el gabinete de seguridad, que toma las decisiones en tiempos de conflicto, tendrá una clara mayoría derechista.

Tratando de aportar un tono conciliador, Merav Michaeli, líder del laborista Avodá, comentó a Bennett en un encuentro privado que “la clave del nuevo gobierno es la buena voluntad. Mi partido renunció a las carteras más atractivas, y asumimos las más problemáticas, como transporte o seguridad interna”.

No se pedirá que nadie renuncie a sus principios. Pero nos centraremos en lo que podrá avanzarse, en lugar de discutir sobre lo que es imposible”, zanjó hoy Bennett.

Crónica publicada en «La Razón»:
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Egipto media para buscar una paz larga entre Israel y Hamás

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Israel pide el cese de los ataques con cohetes, y El Cairo reclama que se congelen los asentamientos

OFER LASZEWICKI

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La gran incógnita tras las once jornadas de escalada bélica entre Israel y Hamás es comprobar si la “calma” durará a largo plazo. Tras las proclamas victoriosas emitidas desde ambos bandos tras cerrarse un enésimo e incierto alto el fuego, el objetivo de Egipto -mediador principal- es consolidar una tregua duradera.

En el primer encuentro abierto entre los ministros de exteriores de Israel y Egipto desde 2008, el israelí Gabi Ashkenazi se desplazó ayer a El Cairo para tratar directamente con su homólogo Sameh Shoukry las condiciones que se tantean para un posible acuerdo estable con Hamás. Sobre la mesa también está reforzar la cooperación bilateral entre los dos países, esencialmente en materia de seguridad, así como el intento de relanzar el moribundo proceso de paz mediante la participación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Simultáneamente, el jefe de la inteligencia egipcia Abbas Kamel se desplazó primero a Jerusalén, donde se reunión con el premier Benjamín Netanyahu, y luego a Ramala, para hablar directamente con elrais palestino Mahmud Abas. Según Wafa, la agencia oficial de la (ANP), ambos trataron el estatus del alto el fuego y la reconstrucción de la Franja de Gaza, así como “la reconciliación interna de las facciones palestinas”.

Desde El Cairo, Ashkenazi enfatizó que entre las condiciones que se barajan para la reconstrucción de la castigada franja, debe priorizarse “por encima de todo” el retorno de los israelíes (dos soldados muertos en combate y dos civiles vivos), que permanecen cautivos en Gaza. Como ya se hiciera en el pasado con el recluta Gilad Shalit, se especula con un cambio de prisioneros entre las partes.

Según informó el canal saudí Al-Arabiya, El Cairo pretende que Israel frene los asesinatos selectivos de cabecillas de Hamás, congelar la expansión de asentamientos, y suspender las expulsiones de familias palestinas en Jerusalén Este. Por su parte, Israel antepone que se detengan los lanzamientos de proyectiles hacia su territorio.

Mientras Hamás insiste en dejar al margen la cuestión de los cautivos, Egipto habría exigido al grupo islamista que una tregua duradera debe solucionar esta carpeta.

El ministro de exteriores israelí insistió también en que “no permitiremos la reconstrucción de la franja para que Hamás mejore sus capacidades terroristas”. Y haciendo referencia a los acuerdos de paz vigentes con Egipto y Jordania, así como la reciente normalización de relaciones con otros estados árabes y musulmanes, Ashkenazi recordó que “todos tenemos la responsabilidad de evitar daños a la estabilidad regional por parte de organizaciones terroristas y elementos extremistas, como Irán y sus emisarios”.

El sábado, Vice News publicó una entrevista con Yihie Sinwar, líder del brazo político de Hamás en Gaza, en que aseguraba que el grupo islamista ratificó su voluntad de pactar un alto el fuego ya en las primeras jornadas de combate. “Sólo pretendíamos enviar un mensaje a la ocupación: no pueden aislar Al Aqsa, Jerusalén y Sheik Jarrah”. Tras criticar el rol de la comunidad internacional en el conflicto, añadió que “no queremos más guerra, porque supone un alto precio para nuestro pueblo”.

Crónica publicada en «La Razón»:
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La oposición israelí se une para sacar a Netanyahu del poder

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El ultranacionalista Naftali Benet anuncia su apoyo para crear un Ejecutivo con el bloque opositor que lidera el centrista Yair Lapid y el apoyo del partido islamista Ra’am

OFER LASZEWICKI

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La prensa israelí y extranjera lleva años especulando sobre la hipotética muerte política del primer ministro Benjamin Netanyahu. Hasta la fecha se ha salido con la suya, y ya acumula trece años consecutivos en el cargo. Pero «Bibi» emitió señales de especial nerviosismo este fin de semana.

Ante las filtraciones Naftali Bennet (Yamina), que estaba valorando retomar la carta del «ejecutivo del cambio» con el centrista Yair Lapid (Yesh Atid), el premier israelí abandonó el sábado su vivienda privada en la localidad de Cesárea para volver a la residencia oficial . Se gestaba un terremoto, y sus días podrían estar contados. El mandato que otorgó el presidente de la nación a Lapid para intentar formar coalición expira este miércoles 2 de junio.

Antes de poner rumbo a Jerusalén, «Bibi» grabó un clip desde la costa mediterránea. Primero, recordando que Israel salió recientemente de una guerra con Hamás, «que no se hubiera podido librar con un gobierno izquierdista. Un ejecutivo así no evitará un estado palestino o la división de Jerusalén». Luego, remató: «Habíamos logrado un acuerdo con Bennet, que incluía cesiones impensables».

Árabes en el gobierno

Enojado, criticó que Yamina se desdijo de su reciente giro durante la operación militar «Guardián de los Muros» en Gaza. Entonces, Bennet clamó que no era posible formar un gobierno con apoyo de facciones árabes en tiempos de guerra y de violencia interétnica desatada en las ciudades mixtas de Israel.

En la mañana del domingo, todos los ojos estaban puestos en la reunión interna de los diputados de Yamina. Analistas derechistas pro-Likud se estremecían ante la estrategia de Bennet, que con apoyo a su «socio» Lapid propicia una venganza personal a Netanyahu, con quien mantiene tensas relaciones hace años. «Bennet habló ante su grupo parlamentario de su voluntad de impulsar un gobierno funcional para el país. Los diputados lo apoyan unánimemente, para evitar así unas quintas elecciones», indicó la nota de prensa emitida por la facción derechista, que cosechó siete escaños (de 120) en los comicios de marzo.

El líder de Yamina afirmó a los suyos que «si hubiese querido cargos, Netanyahu ya me los ofreció todos. Pero en su propuesta seguía faltando algo: como sacar al país del atolladero». Y precisó: «tenemos líneas rojas irrenunciables. No cederemos territorios, ni dañaremos el carácter judío del estado de Israel».

Pese a las profundas discrepancias ideológicas entre las facciones del bloque anti-Netanyahu, muchos esperan que su puesta en marcha ponga fin a la polarización que caracterizó la política y la sociedad israelí en los últimos tiempos.

De consolidarse la alternativa para poner fin a los más de dos años de bloqueo –los números cuadran para obtener los 61 apoyos necesarios-, Bennet ejercería como premier los dos primeros años, y luego rotaría en el cargo con Lapid. Además del voto de partidos de derecha, centro e izquierda, la formación islamista Ra’am apoyará al ejecutivo del cambio desde fuera.

Desde el Likud, activaron la maquinaria de emergencia. En una descabellada propuesta sin precedentes, Netanyahu ofreció a Bennet y Gideon Sa’ar (Tivká Jadashá) –ambos ex likudniks- una rotación «tripartita» en el cargo de primer ministro. Supuestamente, bajo esta fórmula: el primer año para Sa’ar, los dos próximo para «Bibi», y el último para Bennet. Pero el cabeza de lista de Tikvá Jadashá certificó de antemano que «nuestra promesa de reemplazar el gobierno de Benjamín Netanyahu sigue vigente. Y acorde con ello, seguiremos operando». Sa’ar también mantiene duras disputas personales con «Bibi», que lo apartó del partido tras perder en las últimas primarias internas.

Nerviosismo en el Likud

Ante las serias expectativas de perder el poder –medios locales ya dibujaban gráficos este domingo con el nuevo reparto ministerial-, desde el Likud también se produjeron inusuales movimientos internos. El ministro de finanzas Israel Katz, peso pesado del partido, propuso que Netanyahu de un paso al costado, para que otro integrante del partido intentara sellar un ejecutivo conservador y nacionalista.

En el habitual trilerismo que caracteriza la política israelí, donde las deserciones pueden hacer que todo se tambalee en el minuto 90, nadie da nada por cerrado. Al cierre de esta edición, la prensa local destacó que Lapid visitará al presidente Reuven Rivlin este lunes para informarle que logró los apoyos necesarios para montar la «coalición del cambio». Pero si algo falla, el líder de Yesh Atid deberá devolver el mandato a la Knesset el miércoles, y cualquier parlamentario con 61 votos podría ser elegido como primer ministro.

El canal 12 reportó ayer que en caso de ser desbancado, Netanyahu no tiene intención alguna de retirarse. Desde la oposición, pretendería librar una guerra abierta contra Yamina para debilitar a la coalición desde sus sensibles contradicciones ideológicas.

Anoche, compareció en directo Naftali Bennet para reafirmar que «hace 2.000 años, perdimos la tierra de Israel por divisiones internas. Podríamos ir a décimas elecciones hasta que la casa se hunda, pero pararemos esta locura siendo responsables». Y aludiendo a sus bases, insistió en que «Netanyahu no puede formar gobierno, que no os cuente cuentos. Son quintas elecciones, o gobierno de unidad nacional».

Instantes después, Netanyahu replicó: «Más de un millón de votantes me eligieron para liderar un gobierno de derecha por mi creencia en Israel, su seguridad y su futuro». Y tras recordar la promesa electoral de Bennet de evitar un gobierno de Lapid, le increpó: «Nadie te hubiera votado de saber tus intenciones». Mientras «Bibi» afronta simultáneamente tres causas criminales ante la justicia que han tambelado su posición, el presagio es que seguirá haciendo lo imposible para retener el cargo de primer ministro una vez más.

Crónica publicada en «La Razón»:
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Hamás gana popularidad en Jerusalén Este y Cisjordania tras la escalada en Gaza

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Crece la división dentro de la causa palestina entre los partidarios de la organización islamista y los de Al Fatah, lo que dificulta una interlocución para la paz

OFER LASZEWICKI

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Con la tregua certificada entre Israel y Hamás el pasado viernes tras once días de escalada militar –que costó 248 vidas en la Franja de Gaza y 12 en Israel-, el fuego cruzado en la frontera se detuvo, pero las raíces del conflicto palestino-israelí perduran. Los mediadores egipcios buscan consolidar una calma duradera, mientras la ayuda humanitaria vuelve a fluir hacia una Gaza devastada por los bombardeos israelíes.

Mientras se espera la llegada del secretario de Estado norteamericano Antony Blinken a Israel y los territorios palestinos la próxima semana, el primer mensaje del presidente Joe Biden fue para el desaparecido “rais” palestino Mahmud Abás: “Haremos todos los esfuerzos para devolver la calma Cisjordania, y fortalecer la cooperación de seguridad” (con Israel). A ambos bandos y a nivel internacional, todos coinciden: Hamás salió reforzado tras la última ronda de violencia. Hamás es catalogado por EE UU, países occidentales e Israel como una organización terrorista. Por tanto, la Administración Biden se ve obligada a intentar reconducir los cauces de un conflicto que no estaba en su agenda mediante una desacreditada Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Paradójicamente, mientras Jerusalén hervía, las fuerzas de seguridad de la ANP reprimieron las marchas palestinas en Ramala o Belén, ante el temor de que Hamás acabara comiéndose su territorio en Cisjordania. Este sábado se debían haber celebrado las elecciones legislativas palestinas, que fueron nuevamente canceladas. El mandato de Abbas culminó en 2009, y desde entonces la férrea rivalidad interna entre facciones ha sido la justificación para reiteradas postergaciones electorales.

Hamás no sólo logró devolver la cuestión palestina al primer plano global tras “militarizar” la protesta popular iniciada en el barrio jerosolomitano de Sheikh Jarrah, donde organizaciones de colonos judíos continúan apropiándose viviendas de familias palestinas con el beneplácito de la justicia y la policía, alegando que fueron de propiedad judía antes de 1948 (fundación de Israel)

Hamás llamó a la movilización tras renovados rumores sobre intenciones de Israel de alterar el statu-quo en la Explanada de las Mezquitas -icónico nacional y espiritual de los palestinos-, donde la dura represión policial israelí dejó más de 200 heridos las jornadas previas a la apertura del conflicto en Gaza. Pese a los dolorosos costos para los civiles gazatíes, Hamás salió definitivamente de su cueva de Gaza y su popularidad se disparó en Jerusalén Este y Cisjordania. “Muerte al presidente (Abbas)”, exclamaron sectores en la mezquita de Al-Aqsa el pasado viernes, que a su vez juraban lealtad al movimiento islamista.

Para el palestino Tareq Baconi, analista senior del “Crisis Group”, la situación tras el alto el fuego alcanzado postergará el “violento equilibrio” entre Israel y Hamás. La franja de Gaza, sitiada por tierra, mar y aire (por Israel y Egipto) desde que los islamistas tomaran el poder en 2007, continuará sufriendo “la brutalidad del bloqueo, la indiferencia internacional, y la fragmentación política y geográfica”. Hamás continuará sosteniendo su régimen mediante los millones de dólares enviados por Qatar. Y para lograr concesiones, volverá a recurrir a los misiles hacia Israel, que sigue careciendo de un plan de largo recorrido para Gaza. Reiteradas ofensivas militares no lograron desarticular el poderío militar y político de Hamás.

Si bien Baconi destaca el recelo entre sectores palestinos por el papel protagonista que adoptó Hamás al apropiarse de un movimiento de resistencia popular inicialmente apartidista, considera que la mayoría de la comunidad internacional sigue “congelada” respecto a su percepción del grupo islamista. El autor señala que “mientras el mundo simplemente volverá a normalizar la opresiva violencia diaria de Israel sobre los palestinos”, muchos creen que “Hamás ataca a Israel por cuestiones descontextualizadas”. Y eso refuerza la estrategia islamista, que insiste en que la movilización popular masiva es insuficiente: “si Israel no sufre presión militar, nada cambia sobre el terreno”, apuntó sobre la estrategia de Hamás.

Hay sectores palestinos, sobre todo entre una juventud cada vez más desconectada de las viejas y enfrentadas facciones, que descartan la resistencia armada, ya que Israel es militarmente invencible. Pero aunque asumen que los misiles no liberarán a Palestina, “psicológicamente tuvieron un efecto increíble, ya que lograron infligir costes y daños a Israel”, sentenció Baconi.

Para David Horowitz, editor del Times of Israel, “no importa que Hamas sea una organización terrorista represiva, misógina, homofobia e islamista que dispara miles de cohetes indiscriminadamente hacia civiles israelíes mientras usa a los suyos como escudos humanos. Tampoco importa que su objetivo esté alejado de lograr un acuerdo con el estado judío, ya que “pretende borrar a Israel del mapa”. Para Horowitz, lo fundamental es que “nadie en el liderazgo israelí suscribe, ni teóricamente, una solución de dos estados para el conflicto palestinoisraelí”. Y concluyó: “militarmente, el ejército israelí ganó esta particular batalla. Pero Hamás, que se convirtió en un estado-terrorista, está ganando la batalla estratégica”.

Horowitz considera que, en cierto modo, Hamás “reconectó” la identidad de los palestinos residentes en Israel, Jerusalén y Cisjordania; alentó protestas en Jordania; misiles lanzados desde Líbano; complicó la relaciones del estado judío con viejos y nuevos aliados árabes; y avivó el criticismo mediático hacia Israel tras la ofensiva en Gaza.

Desde el ejecutivo israelí en funciones, el ministro de finanzas Israel Katz reiteró ayer que si se renuevan los lanzamientos de misiles, “cortaremos las cabezas de los líderes de Hamás”. Pese a las recurrentes amenazas, los islamistas clamaron victoria tras el alto el fuego: “Israel se retiró ante la resistencia armada, y no logró ninguno de sus objetivos fijados cuando lanzó la ofensiva”.

Crónica publicada en «La Razón»:

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