Qalandiya: un cruce, dos mundos

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El checkpoint de Qalandiya es el principal accesos para los palestinos desde Ramallah a Jerusalén. Las autoridades militares israelíes mostraron a la prensa las renovaciones las instalaciones para mejorar las condiciones del cruce. Los palestinos son críticos por la existencia del punto de control.

Era una mañana aparentemente tranquila en el checkpoint de Qalandiya, el acceso principal utilizado por miles de palestinos de la zona de Ramallah para acceder a Jerusalén y otras zonas de Israel, en su mayoría trabajadores que van y vuelven el mismo día.

La vista impacta: entre el imponente muro de hormigón que separa el norte de Jerusalén del campo de refugiados de Qalandiya, se abre una brecha para el acceso de vehículos. Desde el terreno y apostados en torretas de vigilancia, cámaras y agentes de la policía militar israelí vigila cada movimiento. A un lado, una ambulancia palestina aguarda. La aparente tranquilidad puede quebrarse en cualquier instante.

Como todos aspectos delicados en la narrativa del conflicto palestino-israelí, cada lado usa su lenguaje: “hemos logrado mejorar el paso, que es la puerta de entrada a Jerusalén de los palestinos desde la zona norte de Judea y Samaria”, explicó un portavoz militar al grupo de periodistas citados por COGAT, la administración civil del ejército, utilizando la denominación bíblica judía utilizada por las autoridades israelíes para referirse a Cisjordania. Para muchos palestinos, se trata de una barrera innecesaria en “territorio ocupado” de Palestina.

El checkpoint de Qalandiya fue abierto en 2002, en pleno auge de la oleada de atentados terroristas palestinos de la Segunda Intifada, que costaron la vida a más de 1.000 israelíes. Tras la construcción de la barrera, los ataques bajaron drásticamente. Pero en un reportaje publicado en la prensa hebrea, un palestino apuntaba que “no creo que ayude a la seguridad de Israel. Cualquiera que pueda cometer un atentado, puede. Hay muchas maneras”. Y añadió: “la duración de las colas depende de la moral de los soldados que vigilan”.

En efecto, hay zonas de la barrera sin terminar, como en los bloques de asentamientos de Ma’ale Adumim y Gush Etzion. Desde una de estas aperturas, dos palestinos de la zona de Hebrón se colaron en Israel en 2016 y abrieron fuego en el mercado Sarona de Tel Aviv, matando a cuatro personas.

De hecho, las propias autoridades israelíes consideraron otorgar miles de permisos de trabajo a palestinos tras el auge de violencia palestina de la “Intifada de los cuchillos” en 2015. La premisa era que logrando un buen sueldo y estabilidad en Israel, el palestino se lo pensaría dos veces antes de cometer un ataque. Actualmente, unos 60.000 palestinos disponen de licencias legales para cruzar a diario a territorio israelí. Otros miles lo hacen ilegalmente.

Dos peatones palestinos dirigiéndose al nuevo acceso del checkpoint de Qalandiya / Foto: Ofer Laszewicki

COGAT convocó a la prensa para mostrar las entrañas del nuevo y moderno edificio construido para agilizar el paso de transeúntes. Tras años de reportes sobre escenas caóticas, líneas de espera interminables y la desesperación de trabajadores y estudiantes que a diario sufren por llegar a tiempo, las autoridades militares israelíes invirtieron para mejorar las condiciones de Qalandiya.

“Con presupuesto del ministerio de defensa, se ha mejorado el cruce, sobretodo en términos de tecnología e infraestructura, pero también con la instalación de aire acondicionado”, comentó el portavoz de la administración civil israelí. Entre 6.500 y 7.000 peatones, la mayoría trabajadores, cruzan a diario a Jerusalén, aunque en festividades religiosas, como el Ramadán, los números se incrementan sustancialmente.

El portavoz de COGAT, el mayor Stolovich, atendiendo a la prensa. / Foto: Ofer Laszewicki

Hizo hincapié en sus similitudes con un aeropuerto: “tiene puertas de acceso rápidas (con lectores biométricos), que permiten verificar los permisos automáticamente, como en Ben Gurion”. El militar reconoció que lo que consumía muchísimo tiempo era que antes solo había tres hileras con dos puntos de control. “Ahora, hay 27 puertas rápidas. Antes, se tardaba unos 40 minutos de medio. Hoy, la media no es ni 5 minutos. Ya no tienen que estar esperando aquí desde las 4 o 5 de la mañana”, explicó refiriéndose a las largas y tensas esperas que afrontaban los palestinos.

Otro de los grandes problemas de Qalandiya es el denso tráfico y la mala accesibilidad. “Lo siguiente será mejorar los atascos, y al otro lado del cruce construiremos una estación de autobuses y un puente peatonal”, indicó el portavoz, mientras transeúntes palestinos cruzaban a pie la calzada, sorteando el tráfico de vehículos.

Ante la incisiva pregunta de un periodista, que recogió las voces los críticos que consideran la renovación como un “embellecimiento de la ocupación”, el militar se limitó a decir que “cada uno puede aportar su opinión. Nosotros lo que queremos es brindar un mejor servicio”.

Un palestino a punto de cruzar por las puertas con control biométrico de Qalandiya. / Foto: Ofer Laszewicki

Tras pasar el chequeo biométrico, Haneen, instructora de fitness de Ramallah, y Heba, joven palestina del barrio jerosolomitano de Beit Hanina, atendieron a las preguntas de la prensa: “Es mi derecho ir cruzar de un lugar al otro sin tener que pasar por un chequeo. Es un estado ocupado, no estoy cruzando entre dos estados. No puedo creer que Jerusalén pertenece a Israel, Jerusalén es nuestra, y no puedo cambiar mis ideas”, dijo con visible enfado la instructora, a escasos m   etros de la salida del checkpoint.

Haneen tiene carné de identidad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), y tiene permiso en regla para cruzar a Jerusalén, aunque no pisó la ciudad santa en el último año y medio. “El problema es para toda aquella gente, sobre todo trabajadores, que van y vuelven cada día, algo que hace que su vida diaria sea muy dura”.

Heba, su acompañante, dice que le encanta Jerusalén: “es mi hogar. Viajé mucho, pero el aire aquí es diferente, a pesar de todo esto”, dijo refiriéndose a Qalandiya y al conflicto con Israel.

Reportaje publicado en «Aurora Israel»:
http://www.aurora-israel.co.il/qalandiya-un-cruce-dos-mundos

Cristianos palestinos reciben al patriarca latino de Jerusalén para festejar la Navidad en Belén

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Ofer Laszewicki Rubin – Monasterio Mar Elías (Jerusalén)

En la víspera de Nochebuena, un grupo de palestinos cristianos se reunieron en las inmediaciones del Monasterio Mar Elías, ubicado en lo alto de una colina al sur de Jerusalén, para esperar a la comitiva del Patriarca Latino de Jerusalén y cruzar a la vecina ciudad de Belén, lugar de nacimiento de Jesús, donde se festejó la Misa del Gallo y la Navidad.

La ceremonia anual es un acto protocolario, donde se produce un inusual encuentro en harmonía entre autoridades religiosas cristianas, cargos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y las fuerzas de seguridad israelíes. Desde la entrada al monasterio, la policía israelí se encarga de custodiar a la comitiva hasta el puesto de control para cruzar a Belén, urbe bajo control la ANP. A la entrada, efectivos policiales palestinos aguardan para tomar el relevo de seguridad y escoltarlos hasta la plaza de la Iglesia de la Natividad. Desde que las autoridades palestinas tomaron el control de Belén en 1994 tras la firma de los Acuerdos de Oslo, la población cristiana se ha reducido de 100.000 a 25.000 personas.

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Netta, la Nakba i canapès a l’ambaixada de Trump

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Ambaixada d'Estats Units a Jerusalem / Twitter @netanyahu
Ambaixada d’Estats Units a Jerusalem / Twitter @netanyahu

El passat dilluns 14 de maig, el canal de la televisió pública israeliana va dividir la seva retransmissió per emetre en directe dos esdeveniments crucials: per una banda, la cerimònia d’inauguració de la nova ambaixada d’Estats Units a Israel; d’altra, la violenta manifestació a la Franja de Gaza i la duríssima repressió per part dels franctiradors de l’exèrcit hebreu –catalogada de massacre tant a alguns mitjans locals com internacionals-, que va causar en tant sols una jornada 58 víctimes mortals i prop de 2.800 ferits, que un cop més van col·lapsar les sales d’urgències als hospitals de la franja palestina. Va ser la jornada més sagnant al territori palestí des de l´última guerra entre Israel i Hamàs l’estiu del 2014.

Com em va dir un cop el col·lega i periodista Plàcid Garcia-Planas, “Israel és un contrast constant”. Mentre el dia abans em trobava cobrint el còctel oficial amb diplomàtics d’Israel, EE.UU. i altres països  -on Netanyahu i l’ambaixador David Friedman reiteraven el missatge de que el trasllat de l’ambaixada “era un gest fonamental per avançar la pau”-, l’endemà, minuts abans de l’inici de la cerimònia oficial a l’edifici ubicat al barri d’Armon Hanatziv, el registre de morts a Gaza ja pujava a 31. Els assistents a l’acte, però, semblaven no tenir constància de l’esclat violent, i seguien impassibles prenent canapès i copes de cava per celebrar el trasllat.

La filla de Trump, Ivana, i el seu gendre, Jared Kushner, van acudir en representació del president nord-americà a la ciutat santa. En paraules de Kushner, Trump va demostrar que és un home de paraula “que fa complir les seves promeses”. El gest de Trump trenca amb la tradicional política de Washington i de la majoria de la Comunitat Internacional respecte a l’estatus oficial de Jerusalem, ja que generalment es reservava el reconeixement com a capital d’Israel (o Palestina) en el marc d’unes negociacions de pau bilaterals, que des de fa massa temps són inexistents. Cal remarcar, però, que els jueus israelians de ideologies o creences diverses sempre han considerat Jerusalem com la seva capital, on des de la seva independència s’han ubicat les residències del primer ministre, president, parlament i ministeris.

Evidentment, molts celebren el gest de suport i d’amistat de Washington, però el moviment té més simbolisme de cara al món i en la fràgil i imprevisible geoestratègia de l’Orient Mitjà que no pas en el dia a dia dels israelians. Per evitar el sacseig, potser hagués estat oportú que Trump, a més de premiar al seu aliat número 1, hagués fet alhora un anunci positiu als palestins, que més que mai necessiten un raig d’esperança davant el creixent oblit mundial respecte a la seva causa, agreujat en part pel ja gens dissimulat apropament del “mon àrab pragmàtic” –estats sunnites com Egipte, Aràbia Saudita o els Emirats Àrabs- amb Israel, que respon a interessos de seguretat compartits, com l’amenaça d’Iran o l’expansió de grups jihadistes a la regió.

A més, la data escollida per Trump va ser poc afortunadaentre el 13 de Maig, en que (part dels) israelians celebren el “Dia de Jerusalem”, que recorda la victòria militar del 1967 i la “reunificació” de la ciutat després d’ocupar-ne la part oriental; i el 15 de Maig, que rememorava el 70è aniversari de la “Nakba” (desastre) a Palestina, en que el poble palestí recorda les prop de 700.000 persones que van ser expulsades o van fugir arran de la creació de l’estat d’Israel i la posterior guerra d’independència contra els exèrcits àrabs enemics.

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La ‘intifada de Trump’ desata la furia en Oriente Próximo

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Un manifestante frente a una barricada en Ramallah este jueves

Un manifestante frente a una barricada en Ramallah este jueves Reuters

Más de 50 heridos en las primeras horas tras la histórica decisión del presidente de EEUU sobre Israel.

Ofer Laszewicki Rubin – Jerusalén

«La Intifada de Trump» ya está dejando los primeros signos de violencia. Tal como advirtieron diplomáticos y analistas sobre la polémica decisión del presidente estadounidense Donald Trump, que el miércoles declaró Jerusalén como la capital oficial de Israel y ya prepara el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a la ciudad santa, el reconocimiento de la Casa Blanca ha hecho estallar la olla a presión.

En varios focos de protesta en Cisjordania y la Franja de Gaza, más de 50 manifestantes palestinos resultaron heridos -algunos incluso por fuego real- en duros choques con las fuerzas israelíes, protagonizando escenas similares a las de Intifadas anteriores con barricadas, quemas de neumáticos, y lanzamientos de piedras y cócteles molotov.

El movimiento islamista Hamás, todavía al frente del gobierno en la Franja de Gaza, ha dado un paso al frente para capitalizar la furia desatada en la calle palestina. Su líder Ismail Haniyeh llamó al levantamiento popular: “La política sionista apoyada por EEUU solo puede ser confrontada con una nueva Intifada”, clamó. Y añadió: “Jerusalén está unida, no hay este o oeste. Es una capital árabe, islámica y palestina, a pesar de la tergiversación de la administración americana y su satánica alianza”.

 Desde la última guerra que libraron Hamás e Israel en Gaza en 2014, Tierra Santa ha permanecido en relativa calma, a excepción de la oleada de ataques palestinos con cuchillo o atropellos que estalló a finales de 2015 -protagonizada, en su mayoría, por jóvenes lobos solitarios- y el ataque en la Explanada de las Mezquitas del pasado 4 de julio, en que 3 árabes israelíes mataron por disparos a quemarropa a dos agentes israelíes y fueron posteriormente abatidos.

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¿Es posible la paz entre israelíes y palestinos?

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ORIENTE PRÓXIMO – 24 AÑOS DE LOS ACUERDOS DE OSLO

24 años después de los Acuerdos de paz de Oslo, que supuso un punto de inflexión en la relación entre Palestina e Israel, el conflicto de Oriente Medio sigue esperando una solución.

Ofer Laszewicki – Tel Aviv

Manifestantes palestinos discuten con las tropas israelís.

Manifestantes palestinos discuten con tropas israelíes.

Pasados 24 años de la icónica imagen de Yasser Arafat e Yitzhak Rabin dándose la mano bajo la atenta mirada de Bill Clinton en los jardines de la Casa Blanca en Washington, la paz entre Israel y Palestina todavía sigue esperando. Ese apretón de manos, repleto de esperanzas e incertidumbres, suponía el pistoletazo de salida de los Acuerdos de paz de Oslo (1993), gestados durante un año de intensos encuentros secretos entre israelíes y palestinos bajo auspicio de las autoridades noruegas.

Oslo supuso un punto de inflexión en el longevo conflicto de Oriente Medio, ya que por primera vez ambas partes enfrentadas lograron mirarse de frente y reconocer algo que parecía impensable: que el otro existe. Rabin y Arafat, que junto al entonces ministro de exteriores israelí Shimon Peres fueron galardonados un año después con el premio Nobel de la Paz, contaban con un turbulento historial.

Para los palestinos, Rabin fue el implacable ministro defensa que ordenó a los soldados del tsahal quebrar sin piedad los brazos y las piernas de los manifestantes palestinos que tomaron las calles en la Primera Intifada de 1987. Para los israelíes, Arafat fue el máximo instigador del terrorismo palestino desde que tomara las riendas como líder de Al Fatah y la Organización por la Liberación de Palestina (OLP). Arafat siempre alternó sus dos facetas: la de diplomático y la de guerrillero. El discurso que pronunció en 1974 en la sede de Naciones Unidas da fe de ello: “vine aquí con un ramo de olivo y la pistola de un luchador por la libertad. No dejen que el ramo de olivo caiga de mi mano”.

Los Acuerdos de Oslo fueron un marco repleto de simbolismo. Por primera vez en la historia, el nacionalismo político palestino aceptó el derecho de existencia de Israel, el gobierno hebreo reconoció a la OLP como representante legítimo del pueblo palestino, y ambas partes firmaron resolver sus diferencias mediante vías pacíficas.

Pero tan solo se quisieron diseñar los cimientos de un proceso previsiblemente arduo, por lo que los puntos más calientes se postergaron para el futuro: cómo repartir la soberanía de Jerusalén y sus lugares sagrados; el derecho al retorno de los refugiados palestinos que huyeron o fueron expulsados de sus tierras en el transcurso de la guerra de Independencia de Israel (o Nakba –desastre- palestina) de 1948; el porvenir de las colonias judías construidas en los territorios que Israel ocupó tras la victoria en la Guerra de los Seis Días (Gaza y Cisjordania); y como se definirían las fronteras definitivas del futuro estado palestino.

Básicamente, se decidió empezar por poner en marcha la Autoridad Nacional Palestina (ANP), una administración autonómica que se encargaría inicialmente de la gestión de las principales urbes palestinas, de donde las tropas israelíes se irían retirando gradualmente. Inicialmente, la ANP se puso a prueba en la ciudad de Gaza y en Jericó. A su vez, se acordó la división de Cisjordania en tres áreas: A, bajo plena soberanía palestina, que incluye los principales centros urbanos; B, bajo soberanía civil palestina y control militar israelí; y C, completamente gestionada por Israel, y donde están construidos la mayoría de los asentamientos judíos.

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Israel y Jordania logran una tregua para la Explanada de las Mezquitas

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Detectores de metales en la explanada de las mezquitas de Jerusalén – Reuters

A pesar de la retirada de los detectores de metales, Abbas anuncia que no retomará aún las relaciones con Netanyahu.

Ofer Laszewicki | Jerusalén 

26 julio, 2017 03:25

Paradójicamente, el estallido de una grave crisis en la embajada israelí en Ammán -capital de Jordania- ha sido la clave para que el primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, y el rey jordano, Abdallah, lograran alcanzar un acuerdo el lunes por la noche para intentar poner fin a la violencia desatada en Jerusalén y Cisjordania en los últimos días.

El pasado domingo, un joven jordano de origen palestino de 17 años, Mohamad al-Jawawdeh, apuñaló por la espalda a un guardaespaldas de la delegación diplomática de Israel en Jordania. Zvi, seudónimo del agente de seguridad, respondió abriendo fuego con su pistola, y mató al atacante y a un cómplice que le acompañaba.

Instantes después del incidente, el gobierno israelí convocó un gabinete de emergencia, donde decretó la retirada inmediata de los 30 funcionarios de su embajada de Ammán, incluido el guardia herido, que fue tratado en el mismo edificio a la espera de recibir indicaciones.

No obstante, el gobierno jordano se opuso a la decisión, ya que pretendía investigar lo ocurrido. Por ello, cercó la embajada con policía y unidades especiales del ejército para impedir la marcha del cuerpo diplomático israelí y evitar que los manifestantes concentrados alrededor pudieran infiltrarse en el edificio. Israel alegó la inmunidad diplomática de la que gozan las embajadas para oponerse a la investigación, hecho que comportó una ruptura de relaciones momentánea.

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La revolució litúrgica de les dones del mur a Jerusalem

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El moviment Womens of the Wall (WOW) està format per dones jueves que lluiten per poder exercir el seu dret a vestir lliurement robes litúrgiques, resar, llegir col·lectivament fragments de la Torà o festejar cantant la seva fe sense censures.

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Membres de WOM resant al Mur de les Lamentaciones // Foto: EFE
Plovia a bots i barrals, i fins i tot a estones pedregava. De nit, la pujada a Jerusalem era una calamitat, i als turons de la ciutat santa el fred penetrava fins als ossos. Al checkpoint d’accés al Mur de les Lamentacions (kotel) per la Dung Gate —una de les vuit portes d’accés a la ciutat antiga— un grup d’unes cinquanta dones espera enfront del detector de metalls i els guàrdies de seguretat. Algunes sostenen petites menoràs (canelobres) i comencen a entonar, amb to agut i dolç, típiques cançons de Hanukà, la Festa jueva de les Llums.

Són integrants de Women of the Wall (WOW), dones jueves d’Israel i la diàspora que lluiten per poder exercir el seu dret a vestir lliurement robes litúrgiques, resar, llegir col·lectivament fragments de la Torà i festejar cantant la seva fe sense censures en l’últim vestigi dempeus del Segon Temple, el lloc més sagrat del poble jueu. Són rupturistes, però no homogènies: les seves integrants provenen de corrents diferents com l’ortodox, el reformista, el conservador o el renovador. El seu objectiu és aconseguir el reconeixement i l’aprovació, per practicar el seu judaisme lliurement, per part de les autoritats polítiques i religioses, que des de la fundació de l’Estat d’Israel l’any 1948 van acordar deixar en mans dels rabins ultraortodoxos el control absolut sobre les normes que s’apliquen al kotel.

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