
Legionario en la hermandad de Barcelona. Alberto Gamazo
“Perro ladrador, poco mordedor”, comentaba refiriéndose a la alcaldesa Ada Colau un ex legionario, mientras fumaba un largo puro en el patio de la sede de la asociación de la Hermandad de Caballeros Legionarios de Barcelona, ubicada en el corazón del barrio obrero de Sant Andreu. El desplante de Colau a dos militares en el Salón de la Enseñanza de Barcelona no ha gustado en la Hermandad, pese a que la alcaldesa dijo en su Facebook que no hubo desplante ni falta de respeto. Pero este colectivo de ex combatientes se siente en el punto de mira. La concejal del barrio Laia Ortiz, de ICV, envió la semana pasada una misiva al Consorcio de la Zona Franca de Barcelona –propietario del terreno- pidiendo que cancele la concesión de la parcela que alberga unos antiguos cuarteles militares y que ocupa más de 5.000 metros cuadrados.
En la carta, Ortiz apuntaba que se trata de una “cesión gratuita y temporal”, que se hizo “sin concurso de la comisión de seguimiento de casernas de Sant Andreu”. En su criterio, la presencia de los veteranos legionarios “provocó un fuerte rechazo por parte del tejido asociativo y comunitario del barrio” y “hace una exaltación explícita del militarismo. En los últimos comicios municipales, tanto Barcelona en Comú como la CUP exigieron en su programa que el acuerdo de cesión fuera revocado.