Liberada la pareja de israelíes que fue arrestada por hacerle una foto a la casa de Erdogan

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El gran temor era que el caso pudiera postergarse años, y abrir una indeseada crisis diplomática entre dos países con constantes altibajos en su relación

OFER LASZEWICKI



Para la pareja israelí Natali y Mordy Oknin, encarcelados en Turquía durante ocho días por ser “sospechosos de espionaje” –tras hacerse un retrato ante el palacio presidencial de Recep Tayyip Erdogan-, su liberación y posterior retorno a Israel fue concebido como un “milagro de Janucá”.

La tradición judía rememora que en Janucá (Fiesta de las luces), se pudo encender el candelabro del templo durante ocho días seguidos, con un aceite que apenas alcanzaba para una jornada. “Estuvimos encerrados ocho días y ocho noches, y nuestro propio milagro privado ocurrió”, celebró Natali, tras aclarar a la prensa local que estaban preparados para pasar largo tiempo entre rejas.

Además de celebrar el retorno a casa y el ansiado reencuentro con sus hijos, la pareja bendijo los intensos esfuerzos diplomáticos puestos en marcha por el estado judío. “Queremos agradecer a toda la gente que apoyó a nuestro país y a nuestra familia. Al primer ministro Naftali Bennett, al ministro de exteriores Yair Lapid, y al presidente Isaac Herzog”, declaró la mujer.

La pareja Oknin, oriundos de la ciudad de Modi’in, fue puesta en libertad de la cárcel turca unas horas antes de su llegada a Israel el jueves por la mañana. Volaron en un jet privado enviado por el gobierno para devolverlos a su país.

Ambos son conductores de autobús, e incluso participaron en campañas públicas de publicidad de la empresa. Por ello, sus compañeros tildaron de ridícula la acusación de las autoridades turcas. Israel negó tajantemente que fueran espías al servicio del estado. “Los dos trabajamos en la compañía Egged, y estamos orgullosos de nuestra profesión. Quiero volver a conducir mi bus de la línea 83, y servir a los pasajeros que me conocen y apoyan”, señaló Natali.

Durante su estancia en prisión, los Oknin podían escuchar el llamado al rezo del muecín de una mezquita cercana. “Cerraba los ojos y gritaba: Dios, sálvame, por favor”, contó Mordy.

El gran temor era que el caso pudiera postergarse años, y abrir una indeseada crisis diplomática entre dos países con constantes altibajos en su relación. A pesar de ello, Turquía se ha mantenido como un destino preferencial para los turistas israelíes.

Desde Israel, la gran pregunta era si la liberación de los Oknin se hizo a cambio de alguna contrapartida a Ankara. Oficiales bajo anonimato explicaron al canal público Kan11 que no se hizo ninguna concesión para lograr la liberación de los dos israelíes. Además, se liberó a un ciudadano turco que fue arrestado junto a la pareja, que al parecer les acompañaba como guía turístico.

Antes de su regreso, Bennett y Lapid emitieron un comunicado conjunto de agradecimiento a Erdogan: “agradecemos al presidente de Turquía y su gobierno por la cooperación”. Tras el aterrizaje, el premier israelí llamó personalmente al líder turco, en la que fue la primera conversación entre ambos desde que Bennett asumió el poder.

Shiraz, una de las hijas de la pareja que fue activa en la campaña para su liberación, agradeció efusivamente los esfuerzos del primer ministro y del ministro de exteriores. “Me hicisteis una promesa y la cumplisteis, por lo que os estaré eternamente agradecida. Me devolvisteis a mis padres, la cosa más importante para mí en este mundo”, exclamó.

Las maniobras diplomáticas fueron extremadamente sensibles, ya que Israel y Turquía no tienen embajadores en el otro país a causa de las tensiones del pasado. La pesadilla terminó con final feliz para los Oknin, que próximamente festejarán el Janucá en su patria y en libertad.


Crónica publicada en «La Razón»
https://www.larazon.es/internacional/20211118/duxevjaeqjdl3kwkikzurcpnce.html

La violencia entre árabes de Israel desangra al país

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Los episodios de violencia entre la población árabe israelí alcanzan cifras de récord mientras el Gobierno aumenta la presión policial

OFER LASZEWICKI TEL AVIV.



“La sociedad árabe se desangra”, titulan casi diariamente los medios de comunicación de Israel. En un país que se enorgullece de ser de los más seguros del mundo, se ha enquistado una mortífera rutina. El lunes, Salim Abd al-Karim se convirtió en el muerto número 100: mientras conducía su coche por el poblado de Bi’na, al norte del país, otro automóvil se acercó amenazante. Salim se bajó y trató de huir a pie, pero fue cosido a balazos.

“Estamos perdiendo el país”, alertó el premier Naftali Bennett en la última reunión del Ejecutivo de Israel. Apenas pasó un día, y se superó el centenar de víctimas con el asesinato de Khalil Jaho, de 25 años, que fue baleado cuando salía de su trabajo en Um el-Fahm. Cuatro meses antes, su hermano ya había sido gravemente herido. En poco más de dos años, Khalil pasó a ser la sexta víctima en su familia. Ni 24 horas después, se registró la víctima 102 en la misma localidad.

Habitualmente, los muertos son causados por ajustes de cuentas entre mafias o interminables venganzas entre clanes familiares, pero también se registran heridos y fallecidos por balas perdidas. En zonas donde los tiroteos nocturnos son el pan de cada día, los residentes temen asomarse a ventanas y balcones.

“La violencia en la sociedad árabe es abrumadora, y la policía todavía debe resolver los crímenes que sufrimos en Bi’na”, apuntó Abu Iyad, alcalde de la localidad. Y culpó directamente a la policía: “vienen a patrullar, pero se marchan sin hacer nada”. Según datos de la oenegé Abraham Initiatives citados por la agencia EFE, entre 2017 y 2020 se concentraron el 65% de víctimas violentas en localidades árabes, pese a tan solo representar el 20% de la población.

Mientras que en las urbes judías se resolvieron el 71% de los crímenes en 2020, en las árabes apenas fue un 23%. En un 2021 que apunta a récord de mortalidad por este fenómeno, 87 de los muertos eran árabes israelíes, y 15 palestinos con permiso de residencia en el estado judío. Desde el 2000, 1.521 árabes de Israel fueron asesinados, la mitad menores de 30 años.

El sentimiento extendido es de desigualdad y dejadez estatal. En los últimos años, las bandas criminales afloraron gracias a un doble vacío: la insuficiente persecución policial y la marginalidad extendida en el sector, que allana el terreno para la proliferación de actividades ilegales.

A ello se suman las decenas de miles de armas ilegales extendidas en las comunidades árabes. Puntuales redadas policiales para confiscar armamento no logran atajar el problema de raíz. Para más inri, muchos de los fusiles pertenecían al propio ejército israelí, en cuyas bases –sobre todo en el desierto del Neguev- suelen producirse robos por parte de bandas criminales.

El reportero Deiaa Haj, del rotativo Ha’aretz, entrevistó a varios jóvenes árabes, que confirmaron que comprar un fusil es tan fácil como encargar una pizza. Afirman que armados no temen a nadie, y se sienten por encima de la ley. Talal, de Jaljuliya, defendió que “es la manera más rápida de hacer dinero y vivir una vida placentera”. Aslam, de Tira, alegó que “muchos dicen hacerlo por autodefensa, pero mienten. Lo hacen para que la gente les tema, y las lucen en bodas o por la calle”. Para Mohamad, de Kalansawa, su arma “es un mensaje a los peligrosos: que no se metan conmigo. Me da valentía y fuerza”. Poseen rifles del tipo kalashnikov o M16, pistolas Glok o Beretta, e incluso granadas de mano.

Entre el incesante derramamiento de sangre, el ejecutivo de Bennett anuncia constantes medidas para intentar atajar el fenómeno. En octubre, se aprobó el controvertido involucramiento del Shin Bet (servicio secreto interno), que con sus avanzadas herramientas tecnológicas opera contra palestinos sospechosos por terrorismo. Se precisó que “se recurrirá a los servicios secretos en casos en que “esté en peligro la soberanía del estado”. Tras sobrepasar las cien muertes, se dio un paso más: se creará una comandancia compartida entre la policía, el ejército, el Shin Bet y la autoridad de impuestos para perseguir el contrabando de armamento. Pese a las nuevas medidas, el ministro al cargo de la policía, Omer Bar Lev, pronosticó que en los próximos meses las muertes irán al alza: “no es una cuestión de semanas, tomará varios meses”. La comandancia mixta no se pondrá en marcha hasta dentro de sesenta días.

Además, se pondrán en marcha otras medidas: permitir que la policía realice búsquedas sin orden judicial; endurecer las penas a quienes alteren pruebas de un crimen; y el despliegue de dos unidades extra de la policía militar. También se pretende limitar el mercado negro de préstamos, otra jugosa fuente de ingresos de las mafias, cuyos impagos derivan en asesinatos.

El ejecutivo considera que “estamos en una situación de guerra”, pero para la periodista Sheren Falah, una de las impulsoras de la campaña de concienciación #ArabLivesMatter “es momento de un cambio real. Los políticos y la prensa deben hablar de esto, porque es un problema israelí”. Considera que es “insuficiente” centrar la solución en más refuerzos policiales: “debe cambiar la actitud del gobierno hacia toda la población árabe, reducir la desigualdad, y fomentar oportunidades para prevenir que la juventud se una al crimen”. “No somos meras estadísticas”, clamó Falah.

Reportaje publicado en «La Razón»:
https://www.larazon.es/internacional/20211023/dmo7rbojefhx5lan6no7em2tky.html

Evyatar: tierra ilegal

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Los colonos del sur de Nablús aceptan su salida voluntaria tras varios episodios de violencia árabe-judía, pero confían en regresar de nuevo. Bennet y el ministro de defensa, Benny Gantz, avanzaron un acuerdo que estipula que abandonarán sus casas, pero no serán demolidas

OFER LASZEWICKITEL AVIV

Para los fundadores de Eviatar, una nueva colonia judía en Cisjordania considerada ilegal incluso por la ley israelí, la orden de desalojo (parcial) que entró en vigor este viernes fue concebida como una victoria agridulce.

Federico Pipman, que vive en la zona y está conectado a la “juventud de las colinas” –como se conoce a los jóvenes extremistas que fundan nuevas comunidades-, contó a LA RAZÓN que desde las decisiones eminentemente pro israelíes del ex presidente norteamericano Donald Trump, “el movimiento de los colonos redobló la presión para seguir expandiéndose”. Constantemente brotan nuevas avanzadillas ilegales –se cuentan unas 130 en Cisjordania-, y ahora aprovecharon el desconcierto en el traspaso de poder en Israel para impulsar “bajo el radar” Eviatar, al sur de Nablus. El asesinato del joven judío Yehuda Guetta en mayo, abatido por un pistolero palestino, fue la coartada simbólica para impulsar nuevamente su desarrollo. Ya lo habían intentado en el pasado tres veces, y ha sido nombrado en honor a Evyatar Borowski, otro judío muerto a puñaladas por un palestino en 2013.

El primer ministro israelí, Naftali Bennet –que lideró el “lobby” de los colonos-, quería evitar una evacuación forzosa, con la juventud del sionismo religioso enfrentándose a las fuerzas de seguridad. Como de costumbre, los colonos apostaron por consolidar hechos sobre el terreno: 53 familias se mudaron a la colina, y con material de obra pesado levantaron casas e infraestructuras en tiempo record. Pese a la ilegalidad del proyecto, contaron con la protección del ejército israelí, y habitualmente reciben fondos desviados de ministerios públicos para financiar las obras.

En un dictamen sin precedentes en los últimos tiempos, Bennet y el ministro de defensa, Benny Gantz, avanzaron un acuerdo que estipula que los colonos abandonarán sus casas, pero no serán demolidas. Por ahora, se mantendrá una presencia militar permanente, mientras las autoridades evalúan si se puede declarar la zona como “tierras del estado”, lo que supondría su probable legalización de facto. De ocurrir, primero se establecerá una yeshivá (escuela religiosa).

“Lo que siente una pareja joven que construye su casa desde cero es que cumple con la profecía de la Torá, de reunirnos y construir la tierra de Israel. Es un precepto que ya viene de los tiempos de los pioneros, que no eran religiosos”, explicó Pipman, refiriéndose a los nuevos poblados fundados mayormente por sionistas laicos durante la Palestina británica.

“Lo hacen desde un impulso religioso, aunque algunos lo vean político”, reconoce. Cuando construyen las primeras tiendas y estructuras, son conscientes del riesgo de demolición. “Los desalojos son frustrantes, pero hay una ley que se debe respetar, como si fuera la Torá. Nosotros creemos que la tierra es nuestra, pero vivimos en un gobierno democrático. Defiendo la soberanía judía absoluta, y la sensación de que te expulsen no es agradable”, añadió Pipman.

Los lugareños palestinos de Beita, Qabalan y Yatma no comparten sus proclamas. Alegan que Eviatar se ha erigido sobre tierras privadas que les pertenecen. Desde Beita, llevan semanas protestando intensamente la toma de la colina ubicada frente a su pueblo. En la madrugada del viernes, se repitieron los enfrentamientos con tropas israelíes, que respondieron con balas de goma y gases lacrimógenos a los lanzamientos de piedras y cócteles molotov. Los palestinos impulsaron grupos de “confusión nocturna”: queman neumáticos, lanzan fuegos artificiales y apuntan con rayos láser hacia sus nuevos vecinos. Cuatro manifestantes murieron por fuego real del Ejército, y se cuentan al menos cincuenta heridos de bala. Según el fotoperiodista israelí Oren Ziv, presente en los sucesivos disturbios, “estas manifestaciones son mucho más masivas, frecuentes e intensas” que en otras localidades de Cisjordania que protestan contra la ocupación israelí.

Son conscientes que gracias a la “Ley de Regulación” pasada en la Knesset en 2017, Israel puede regularizar colonias levantadas sobre tierras privadas ajenas. Ante ello, muestran resiliencia: “no renunciaremos a nuestra tierra. Los colonos no entendieron con quién están lidiando”, exclamó un joven palestino bajo anonimato. Y consideró: “Sin la ayuda del Ejército, no hubieran aguantado un solo día. Los hubiéramos expulsado”. Destacan que toda la comunidad local está involucrada en las protestas, y cada noche se celebran procesiones con antorchas en dirección a la nueva colonia. “Las marchas nocturnas les molestan”, defienden. Los neumáticos ardiendo generan densos nubarrones de humo irrespirable.

Pipman defiende otra perspectiva. “Exigen al mundo compensaciones económicas o mostrarse como los pobrecitos de la película, pero los asentamientos dan trabajo y servicios para todos los árabes de la zona”, dijo refiriéndose a un complejo industrial que emplea a árabes y judíos. También destacó que son los propios palestinos quienes construyen las viviendas en las colonias.

“Nosotros queremos vivir aquí. Los necesitamos a ellos para trabajar, y ellos a nosotros, porque su economía es débil. Podría ser un win-win”, consideró.

Los colonos de Eviatar alegan que su presencia evitará la contigüidad de las aldeas palestinas vecinas, y conectará las colonias de Tapuaj y Migdalim. El Ejército israelí, por “motivos de seguridad”, bloqueó durante décadas el acceso de los palestinos a sus tierras. Al estar tanto tiempo sin cultivarse, todo está de cara para que sean catalogadas como tierras estatales. Desde la Casa Blanca alertaron: “Hay que evitar pasos unilaterales que fomenten la tensión y lastimen los esfuerzos para una solución de dos estados negociada. Esto incluye levantar colonias que son ilegales, incluso según la ley israelí”. Desde el flanco izquierdista del “gobierno del cambio” en Israel, Meretz criticó que el acuerdo firmado con los colonos de Eviatar “viola los principios sobre los cuales se estableció la coalición”. Pero la ministra de interior Ayelet Shaked, de Yamina, lo ve como “un logro significativo” para la tierra de Israel.

Ayer, antes de abandonar el lugar, los colonos levantaron una enorme estrella de David junto al eslogan “volveremos”.

Reportaje publicado en «La Razón»:

https://www.larazon.es/internacional/20210703/dpg7c6t2ojetdagpymkz4r2kwy.html

BUS HACIA EL PRINCIPIO DE LA PRÓXIMA GUERRA

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sderot

Ofer Laszewicki Rubin – Sderot

2:24 de la madrugada. Recibo un WhatsApp de un colega productor:

– “¿Puedes bajarte a filmar a Sderot pronto por la mañana? Dime algo, necesito respuesta urgente.”

Estoy en el sofá, viendo por televisión y en mi smartphone las alertas constantes de la mayor ráfaga de proyectiles –unos 150- lanzada desde la Franja de Gaza desde la última guerra de 2014. Residentes de pueblos, ciudades y kibbutzim de las zonas fronterizas de Eshkol, Hof Ashkelon y Sha’ar Hanegev pasaron la noche en los refugios. 11 heridos, estallidos de misiles en fachadas y vehículos e, incluso, dentro de parques infantiles en pleno centro de la ciudad de Sderot. Réplicas de la fuerza aérea del tsahal: tres muertos en Gaza, entre ellos una madre y su bebé. Bases y almacenes de armas de Hamás hechos trizas. Comienza la repetitiva espiral violenta de ataque-contraataque-recontraataque. En ésta ocasión, al parecer, por una confusión: durante una ceremonia, militantes de Hamás dispararon al aire sus rifles, y al parecer los tiros pasaron cerca de un tanque israelí apostado en la frontera. Al pensar que era un ataque, respondió. La llama prendió. Y pintaba a pistoletazo de salida a la cuarta guerra en solo 10 años.

Me dirijo a la estación de tren de Ha’hagana, al sur de Tel Aviv. La “zona caliente” está a apenas 70 kilómetros.

-“Un billete de ida y vuelta a Sderot”, solicito a la cajera.

-“Parece que la policía ha cancelado los trenes a Sderot debido a la situación de seguridad”, me comunica.

Una noticia para nada tranquilizante. Salgo, con el equipo a cuestas, hacia la estación de buses central de Levinsky. Parecer ser que de aquí si salen un bus que llega a mi destino. Pago, subo, y ponemos rumbo al sur. De repente, salta un comunicado en la radio:

– “El ejército está a punto de desalojar las comunidades fronterizas con Gaza. El gabinete de seguridad y la plana mayor se reunirán en las próximas horas para decidir si empieza la guerra”.

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Netta, la Nakba i canapès a l’ambaixada de Trump

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Ambaixada d'Estats Units a Jerusalem / Twitter @netanyahu
Ambaixada d’Estats Units a Jerusalem / Twitter @netanyahu

El passat dilluns 14 de maig, el canal de la televisió pública israeliana va dividir la seva retransmissió per emetre en directe dos esdeveniments crucials: per una banda, la cerimònia d’inauguració de la nova ambaixada d’Estats Units a Israel; d’altra, la violenta manifestació a la Franja de Gaza i la duríssima repressió per part dels franctiradors de l’exèrcit hebreu –catalogada de massacre tant a alguns mitjans locals com internacionals-, que va causar en tant sols una jornada 58 víctimes mortals i prop de 2.800 ferits, que un cop més van col·lapsar les sales d’urgències als hospitals de la franja palestina. Va ser la jornada més sagnant al territori palestí des de l´última guerra entre Israel i Hamàs l’estiu del 2014.

Com em va dir un cop el col·lega i periodista Plàcid Garcia-Planas, “Israel és un contrast constant”. Mentre el dia abans em trobava cobrint el còctel oficial amb diplomàtics d’Israel, EE.UU. i altres països  -on Netanyahu i l’ambaixador David Friedman reiteraven el missatge de que el trasllat de l’ambaixada “era un gest fonamental per avançar la pau”-, l’endemà, minuts abans de l’inici de la cerimònia oficial a l’edifici ubicat al barri d’Armon Hanatziv, el registre de morts a Gaza ja pujava a 31. Els assistents a l’acte, però, semblaven no tenir constància de l’esclat violent, i seguien impassibles prenent canapès i copes de cava per celebrar el trasllat.

La filla de Trump, Ivana, i el seu gendre, Jared Kushner, van acudir en representació del president nord-americà a la ciutat santa. En paraules de Kushner, Trump va demostrar que és un home de paraula “que fa complir les seves promeses”. El gest de Trump trenca amb la tradicional política de Washington i de la majoria de la Comunitat Internacional respecte a l’estatus oficial de Jerusalem, ja que generalment es reservava el reconeixement com a capital d’Israel (o Palestina) en el marc d’unes negociacions de pau bilaterals, que des de fa massa temps són inexistents. Cal remarcar, però, que els jueus israelians de ideologies o creences diverses sempre han considerat Jerusalem com la seva capital, on des de la seva independència s’han ubicat les residències del primer ministre, president, parlament i ministeris.

Evidentment, molts celebren el gest de suport i d’amistat de Washington, però el moviment té més simbolisme de cara al món i en la fràgil i imprevisible geoestratègia de l’Orient Mitjà que no pas en el dia a dia dels israelians. Per evitar el sacseig, potser hagués estat oportú que Trump, a més de premiar al seu aliat número 1, hagués fet alhora un anunci positiu als palestins, que més que mai necessiten un raig d’esperança davant el creixent oblit mundial respecte a la seva causa, agreujat en part pel ja gens dissimulat apropament del “mon àrab pragmàtic” –estats sunnites com Egipte, Aràbia Saudita o els Emirats Àrabs- amb Israel, que respon a interessos de seguretat compartits, com l’amenaça d’Iran o l’expansió de grups jihadistes a la regió.

A més, la data escollida per Trump va ser poc afortunadaentre el 13 de Maig, en que (part dels) israelians celebren el “Dia de Jerusalem”, que recorda la victòria militar del 1967 i la “reunificació” de la ciutat després d’ocupar-ne la part oriental; i el 15 de Maig, que rememorava el 70è aniversari de la “Nakba” (desastre) a Palestina, en que el poble palestí recorda les prop de 700.000 persones que van ser expulsades o van fugir arran de la creació de l’estat d’Israel i la posterior guerra d’independència contra els exèrcits àrabs enemics.

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Tensión en la Franja de Gaza (análisis radio)

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gazaaa

Análisis en radio en el programa «Todo Pasa» de Océano FM (Uruguay) con el periodista Cesar Sanguinetti. Hablamos sobre la violencia en la frontera de la Franja de Gaza con Israel a raíz de la «Gran Marcha del Retorno» convocada cada viernes de abril-mayo por los palestinos.

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Las «marchas de la vergüenza» en Israel que quieren derribar a Netanyahu

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Numerosos activistas salen a la calle para protestar contra la corrupción política.

Numerosos activistas salen a la calle para protestar contra la corrupción política-Reuters

Una oleada de protestas sociales señalan al primer ministro, investigado por fraude y soborno.

Ofer Laszewicki Rubin – Tel Aviv

Estaba sentado en una terraza de un conocido pub de Tel Aviv hace dos semanas junto a otros dos compañeros periodistas. De repente, empezaron a sonar alertas en nuestros smartphones. “Las protestas se trasladan a Tel Aviv. Venid todos al bulevar Rotschild, traed amigos y familiares. ¡Compartid!”, exclamaban los mensajes de whatsapp. Pagamos la cuenta, enfilamos la calle Herzl, y al acercarnos al lugar de la concentración, nos topamos con miles de personas que abarrotaban el bulevar. “¡Bushá, bushá!” (vergüenza), gritaban al unísono manifestantes de todas las edades. Pero el cántico estrella, que retumbaba desde megáfonos y un improvisado equipo de sonido, era “¡Bibi (Netanyahu) a casa!

Desde hace meses, unas pocas docenas de personas venían manifestándose cada víspera de shabbat en Petah Tikva, cerca de la casa del fiscal general del estado Avichai Mendelblit. Las protestas nacieron tras una oleada de supuestos casos de corrupción que involucran el premier israelí, BeniaminNetanyahu, así como otros políticos del país, y por lo que los concentrados consideran como las crecientes amenazas perpetradas por la coalición de gobierno contra la neutralidad de las instituciones del estado.

Tras la intención del Gobierno israelí de aprobar una nueva legislación en la Knesset (parlamento) que pretendía mantener en secreto las evidencias contra los investigados por corrupción –alegando que no habría acusación en varios casos y dañaría la reputación de los sospechosos-, los organizadores de la “marcha de la vergüenza” decidieron trasladar las concentraciones de Petah Tikva al corazón de Tel Aviv, frente al Independence Hall, donde el líder judío David Ben Gurion declaró la independencia del estado de Israel. Ante ésta y otras polémicas suscitadas por el actual ejecutivo, varios analistas han coincidido en indicar que “si Ben Gurion levantara la cabeza, no creería lo que está ocurriendo”.

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La ‘intifada de Trump’ se cobra cuatro muertos en el ‘viernes de la ira’

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Barricada cerca de Ramala

Barricada cerca de Ramala Reuters

ORIENTE PRÓXIMO ‘VIERNES DE LA IRA’

Los enfrentamientos han dejado más de 200 heridos en 30 focos de protesta por toda la región

Ofer Laszewicki Rubin – Jerusalén

El segundo “Día de la Ira” convocado por los palestinos se ha cobrado cuatro víctimas mortales entre el viernes y el sábado. Dos murieron el viernes en la Franja de Gaza y más de 300 resultaron heridos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes en ese territorio y en Cisjordania y Jerusalén por las protestas contra la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer esta ciudad como capital israelí.

El Ministerio de Sanidad palestino informó de que la segunda víctima mortal es Maher Atallah, de 54 años, que se suma a la muerte de Mahmud al Masri, de 30 años, por un impacto de bala del Ejército israelí cuando se manifestaba al este de la ciudad gazatí de Jan Yunis, cerca de la frontera con Israel.

Según fuentes oficiales palestinas, se registraron más de 300 heridos en 30 focos de protesta, que congregaron a más de 5.000 participantes. Además de las marchas habituales en urbes de Cisjordania –Hebrón, Belen, Ramala o Qalqiliya-, Gaza y Jerusalén oriental, también hubo movilizaciones en poblados árabes dentro de Israel, como Umm el-Fahm.

En esta localidad, bastión del Movimiento Islámico de Israel, su líder encarcelado, Raed Salaj, mandó un mensaje a las masas: “Los americanos se unieron a los sionistas para destruir Al-Aqsa. El mundo musulmán debe despertar”. A su vez, dos proyectiles disparados desde Gaza en dirección a Israel fueron interceptados por la batería antimisiles del tsahal.

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La ‘intifada de Trump’ desata la furia en Oriente Próximo

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Un manifestante frente a una barricada en Ramallah este jueves

Un manifestante frente a una barricada en Ramallah este jueves Reuters

Más de 50 heridos en las primeras horas tras la histórica decisión del presidente de EEUU sobre Israel.

Ofer Laszewicki Rubin – Jerusalén

«La Intifada de Trump» ya está dejando los primeros signos de violencia. Tal como advirtieron diplomáticos y analistas sobre la polémica decisión del presidente estadounidense Donald Trump, que el miércoles declaró Jerusalén como la capital oficial de Israel y ya prepara el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a la ciudad santa, el reconocimiento de la Casa Blanca ha hecho estallar la olla a presión.

En varios focos de protesta en Cisjordania y la Franja de Gaza, más de 50 manifestantes palestinos resultaron heridos -algunos incluso por fuego real- en duros choques con las fuerzas israelíes, protagonizando escenas similares a las de Intifadas anteriores con barricadas, quemas de neumáticos, y lanzamientos de piedras y cócteles molotov.

El movimiento islamista Hamás, todavía al frente del gobierno en la Franja de Gaza, ha dado un paso al frente para capitalizar la furia desatada en la calle palestina. Su líder Ismail Haniyeh llamó al levantamiento popular: “La política sionista apoyada por EEUU solo puede ser confrontada con una nueva Intifada”, clamó. Y añadió: “Jerusalén está unida, no hay este o oeste. Es una capital árabe, islámica y palestina, a pesar de la tergiversación de la administración americana y su satánica alianza”.

 Desde la última guerra que libraron Hamás e Israel en Gaza en 2014, Tierra Santa ha permanecido en relativa calma, a excepción de la oleada de ataques palestinos con cuchillo o atropellos que estalló a finales de 2015 -protagonizada, en su mayoría, por jóvenes lobos solitarios- y el ataque en la Explanada de las Mezquitas del pasado 4 de julio, en que 3 árabes israelíes mataron por disparos a quemarropa a dos agentes israelíes y fueron posteriormente abatidos.

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¿Es posible la paz entre israelíes y palestinos?

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ORIENTE PRÓXIMO – 24 AÑOS DE LOS ACUERDOS DE OSLO

24 años después de los Acuerdos de paz de Oslo, que supuso un punto de inflexión en la relación entre Palestina e Israel, el conflicto de Oriente Medio sigue esperando una solución.

Ofer Laszewicki – Tel Aviv

Manifestantes palestinos discuten con las tropas israelís.

Manifestantes palestinos discuten con tropas israelíes.

Pasados 24 años de la icónica imagen de Yasser Arafat e Yitzhak Rabin dándose la mano bajo la atenta mirada de Bill Clinton en los jardines de la Casa Blanca en Washington, la paz entre Israel y Palestina todavía sigue esperando. Ese apretón de manos, repleto de esperanzas e incertidumbres, suponía el pistoletazo de salida de los Acuerdos de paz de Oslo (1993), gestados durante un año de intensos encuentros secretos entre israelíes y palestinos bajo auspicio de las autoridades noruegas.

Oslo supuso un punto de inflexión en el longevo conflicto de Oriente Medio, ya que por primera vez ambas partes enfrentadas lograron mirarse de frente y reconocer algo que parecía impensable: que el otro existe. Rabin y Arafat, que junto al entonces ministro de exteriores israelí Shimon Peres fueron galardonados un año después con el premio Nobel de la Paz, contaban con un turbulento historial.

Para los palestinos, Rabin fue el implacable ministro defensa que ordenó a los soldados del tsahal quebrar sin piedad los brazos y las piernas de los manifestantes palestinos que tomaron las calles en la Primera Intifada de 1987. Para los israelíes, Arafat fue el máximo instigador del terrorismo palestino desde que tomara las riendas como líder de Al Fatah y la Organización por la Liberación de Palestina (OLP). Arafat siempre alternó sus dos facetas: la de diplomático y la de guerrillero. El discurso que pronunció en 1974 en la sede de Naciones Unidas da fe de ello: “vine aquí con un ramo de olivo y la pistola de un luchador por la libertad. No dejen que el ramo de olivo caiga de mi mano”.

Los Acuerdos de Oslo fueron un marco repleto de simbolismo. Por primera vez en la historia, el nacionalismo político palestino aceptó el derecho de existencia de Israel, el gobierno hebreo reconoció a la OLP como representante legítimo del pueblo palestino, y ambas partes firmaron resolver sus diferencias mediante vías pacíficas.

Pero tan solo se quisieron diseñar los cimientos de un proceso previsiblemente arduo, por lo que los puntos más calientes se postergaron para el futuro: cómo repartir la soberanía de Jerusalén y sus lugares sagrados; el derecho al retorno de los refugiados palestinos que huyeron o fueron expulsados de sus tierras en el transcurso de la guerra de Independencia de Israel (o Nakba –desastre- palestina) de 1948; el porvenir de las colonias judías construidas en los territorios que Israel ocupó tras la victoria en la Guerra de los Seis Días (Gaza y Cisjordania); y como se definirían las fronteras definitivas del futuro estado palestino.

Básicamente, se decidió empezar por poner en marcha la Autoridad Nacional Palestina (ANP), una administración autonómica que se encargaría inicialmente de la gestión de las principales urbes palestinas, de donde las tropas israelíes se irían retirando gradualmente. Inicialmente, la ANP se puso a prueba en la ciudad de Gaza y en Jericó. A su vez, se acordó la división de Cisjordania en tres áreas: A, bajo plena soberanía palestina, que incluye los principales centros urbanos; B, bajo soberanía civil palestina y control militar israelí; y C, completamente gestionada por Israel, y donde están construidos la mayoría de los asentamientos judíos.

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