Cristianos palestinos reciben al patriarca latino de Jerusalén para festejar la Navidad en Belén

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Ofer Laszewicki Rubin – Monasterio Mar Elías (Jerusalén)

En la víspera de Nochebuena, un grupo de palestinos cristianos se reunieron en las inmediaciones del Monasterio Mar Elías, ubicado en lo alto de una colina al sur de Jerusalén, para esperar a la comitiva del Patriarca Latino de Jerusalén y cruzar a la vecina ciudad de Belén, lugar de nacimiento de Jesús, donde se festejó la Misa del Gallo y la Navidad.

La ceremonia anual es un acto protocolario, donde se produce un inusual encuentro en harmonía entre autoridades religiosas cristianas, cargos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y las fuerzas de seguridad israelíes. Desde la entrada al monasterio, la policía israelí se encarga de custodiar a la comitiva hasta el puesto de control para cruzar a Belén, urbe bajo control la ANP. A la entrada, efectivos policiales palestinos aguardan para tomar el relevo de seguridad y escoltarlos hasta la plaza de la Iglesia de la Natividad. Desde que las autoridades palestinas tomaron el control de Belén en 1994 tras la firma de los Acuerdos de Oslo, la población cristiana se ha reducido de 100.000 a 25.000 personas.

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Hebron, la olla a presión del conflicto palestinoisraelí

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Hebron-Israel-Calle-desierta

Hebrón -Al Khalil en árabe- es el más claro exponente del conflicto nacional, territorial y religioso entre palestinos e israelíes. En las entrañas de la histórica ciudad se respiran y sufren a diario las consecuencias de la coexistencia entre la minoritaria y radical población judía que, progresivamente, se fue instalando en diversas colonias ubicadas entre la población árabe de la ciudad antigua. Wall Street International recorrió las calles de la ciudad durante la festividad judía de Pesach (Pascua), para rememorar los trágicos sucesos históricos acontecidos y recoger testimonios desde los dos bandos eternamente enfrentados.

Mayoritariamente, el transporte y las carreteras dentro de los Territorios Palestinos Ocupados -Judea y Samaria para los que lo consideran territorio israelí- está segregado. Escogí el transporte utilizado por los colonos para llegar a Hebrón desde la estación central de Jerusalén. Un autobús de línea de la compañía Eged, con cristales blindados y marcas de pedradas en sus lunas laterales. El trayecto cuesta 9,5 shekels (NIS) -poco más de 2 euros-, mientras que el transporte palestino sale a 25 NIS. No cabía un alma en el vehículo: religiosos locales y foráneos, jóvenes mujeres soldados y un grupo de judías etíopes llenaban hasta los topes incluso los pasillos del vehículo.

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Givat Ha’Viva: la institución pionera en la lucha por una sociedad igualitaria en Israel

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El valle de Wadi Ara es una región singular dentro de Israel. Ubicado en la fina región central del país y abrazando el noroeste de Cisjordania, el enclave supone un revés a la demografía mayoritaria del estado: aquí los árabes son la mayoría, cerca del 80% del padrón. Probablemente, se trata del área dónde los poblados judíos y árabes están más pegados. Desde la ruta 65 -que nace en la mediterránea localidad de Hadera y conecta con la bíblica ciudad de Nazareth- se divisa a un lado y otro de la autopista como las apretujadas localidades árabes, coronadas por sus minaretes, observan de frente a los Kibbutz y los poblados israelíes frontalmente. Los lugareños se ven y se cruzan en su rutina diaria. Pero, mayoritariamente, huyen del contacto directo. Son vecinos, pero a su vez completos desconocidos.

Los árabes -musulmanes y cristianos- que residen dentro de las fronteras de Israel conforman una quinta parte de la población y son la primera minoría más importante del país. Generalmente suelen autodenominarse como «palestinos con ciudadanía israelí», una etiqueta frecuentemente utilizada sus dirigentes políticos. Son los que tomaron un camino alternativo durante la Nakba (desastre), eufemismo utilizado por los palestinos para calificar el nacimiento de Israel y el posterior exilio de aproximadamente 700.000 árabes a los países vecinos. Los que se quedaron aceptaron la invitación que contenía la Declaración de Independencia de Israel, que les prometía igualdad social, económica y política.

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