Ofer Laszewicki Rubin – Sderot
2:24 de la madrugada. Recibo un WhatsApp de un colega productor:
– “¿Puedes bajarte a filmar a Sderot pronto por la mañana? Dime algo, necesito respuesta urgente.”
Estoy en el sofá, viendo por televisión y en mi smartphone las alertas constantes de la mayor ráfaga de proyectiles –unos 150- lanzada desde la Franja de Gaza desde la última guerra de 2014. Residentes de pueblos, ciudades y kibbutzim de las zonas fronterizas de Eshkol, Hof Ashkelon y Sha’ar Hanegev pasaron la noche en los refugios. 11 heridos, estallidos de misiles en fachadas y vehículos e, incluso, dentro de parques infantiles en pleno centro de la ciudad de Sderot. Réplicas de la fuerza aérea del tsahal: tres muertos en Gaza, entre ellos una madre y su bebé. Bases y almacenes de armas de Hamás hechos trizas. Comienza la repetitiva espiral violenta de ataque-contraataque-recontraataque. En ésta ocasión, al parecer, por una confusión: durante una ceremonia, militantes de Hamás dispararon al aire sus rifles, y al parecer los tiros pasaron cerca de un tanque israelí apostado en la frontera. Al pensar que era un ataque, respondió. La llama prendió. Y pintaba a pistoletazo de salida a la cuarta guerra en solo 10 años.
Me dirijo a la estación de tren de Ha’hagana, al sur de Tel Aviv. La “zona caliente” está a apenas 70 kilómetros.
-“Un billete de ida y vuelta a Sderot”, solicito a la cajera.
-“Parece que la policía ha cancelado los trenes a Sderot debido a la situación de seguridad”, me comunica.
Una noticia para nada tranquilizante. Salgo, con el equipo a cuestas, hacia la estación de buses central de Levinsky. Parecer ser que de aquí si salen un bus que llega a mi destino. Pago, subo, y ponemos rumbo al sur. De repente, salta un comunicado en la radio:
– “El ejército está a punto de desalojar las comunidades fronterizas con Gaza. El gabinete de seguridad y la plana mayor se reunirán en las próximas horas para decidir si empieza la guerra”.