Ofer Laszewicki Rubin – Tel Aviv
Verónica Ormachea es una mujer boliviana enérgica y polivalente. Se considera una “eterna estudiante”. Nacida en Nueva York, graduada en Washington, pasó por las aulas de Harvard y la Sorbona de París. Le encanta escribir y viajar. Periodista, escritora, columnista, miembro de la Academia Boliviana de la lengua… Ha escrito varios libros –“Entierro sin muerte” o ” Los ingenuos”, finalista del premio nacional de novela de Bolivia- , pero la conversación telefónica con Aurora giró entorno a su obra “Infames” (2015), una investigación de la autora sobre la desconocida y fascinante historia de Mauricio Hochschild, el “Schindler” de Bolivia. Este judío de origen alemán, que hizo fortuna en el sector de la minería, logró gracias a complejas maniobras diplomáticas y poniendo millones de su bolsillo salvar del exterminio a cerca de 10.000 judíos europeos trayéndolos al país latinoamericano. Culminar este libro reforzó su vínculo y admiración por el pueblo judío, y ha visitado Israel en tres ocasiones. “Como dijo Churchill, ningún hombre razonable duda del hecho de que los judíos, son, sin lugar a dudas, la raza más formidable y notable que ha aparecido nunca el mundo”, afirma la escritora.
¿Cuándo empezó a sentir simpatía por el pueblo judío?
Siempre tuve mucha admiración, fue un pueblo injustamente perseguido desde sus orígenes. Siempre se han levantado de todas las persecuciones, y sentía mucha empatía por lo que les pasó. El Holocausto ha sido el genocidio más terrible de la historia de la humanidad. Y no hablamos de la Edad Media: fue hace 70 años, fue una brutalidad lo que pasó.
Pocos habían escuchado antes el nombre de Mauricio Hochschild, el “Schindler” boliviano.
Empecé a investigar y vi que en Bolivia existió un judío alemán millonario, Mauricio (“Moritz”) Hochschild, que vino a hacérsela a Bolivia y triunfó. Era un minero, y empezó a explotar la montaña de Potosí, la montaña más rica de la historia del mundo, principalmente rica en plata, que fue la base de la riqueza del imperio español.
También había estaño y otros minerales, y lo que le interesaba a Hochschild era el estaño más que la plata, porque tiene propiedades extraordinarias: es inoxidable, ya que tiene la propiedad de que mezclado con el acero no se oxida. Por eso era tan importante para hacer latas y envasados.
¿Cómo descubrió la actividad clandestina paralela que desarrolló el protagonista de “Infames”?
Durante la investigación descubrí, hablando con amigos judíos en Bolivia, la labor extraordinaria, en silencio, que hizo Hochschild: imagínate, convenció al presidente Busch (político y militar boliviano), hijo de un alemán y de una indígena, de que vinieran judíos a Bolivia sin condiciones, y darles visados a los judíos.
Eran tiempos en que nadie quería abrir las fronteras a los judíos.
En la reunión de Évian, Roosevelt convocó a las potencias del mundo, y ahí decidieron cerrar las fronteras para los judíos, a pesar de que sabían que la guerra se les venía encima. Y los únicos dos países del mundo que dieron visados sin condiciones fueron Shanghai (China), que entonces era territorio internacional y que permitió salvar a 17.000 judíos, y Bolivia, porque Hochschild convenció a Busch para que aprobara los visados.